Las matemáticas están claras: una familia, en la que solo trabaje una persona con un empleo formal, y que gane salario mínimo de 7 mil 400 bolívares, está muy lejos de alcanzar los ocho salarios mínimos necesarios para cubrir la canasta básica familiar
Entre las noticias más destacadas de nuestro país en esta semana, llamó la atención de muchos el aumento de la canasta básica familiar en el último mes, un incremento calificado como histórico, al haberse elevado en 26,5%. Esto coloca el costo de la canasta básica para el recién finalizado mes de junio en 54.204,69 bolívares.
Se entiende como canasta básica el conjunto de bienes y servicios esenciales para satisfacer las necesidades elementales para el bienestar de todos los miembros de la familia: alimentación, vestuario, vivienda, mobiliario, salud, transporte, recreación y cultura, educación y bienes y servicios diversos.
La comprensión de los asuntos macroeconómicos escapa a muchos venezolanos; y otros tantos simplemente no están interesados en ello. Pero cuando las distorsiones de la economía se comienzan a introducir en el bolsillo de todos, comienzan las preguntas: ¿por qué se disparan los precios? ¿Por qué se hace cada vez más difícil cubrir las necesidades básicas?
Las matemáticas están claras: una familia, en la que solo trabaje una persona con un empleo formal, y que gane salario mínimo de 7 mil 400 bolívares, está muy lejos de alcanzar los ocho salarios mínimos necesarios para cubrir la canasta básica familiar.
Desde hace bastante tiempo hemos manifestado con preocupación extrema lo que consideramos el rumbo errado del manejo de la economía de nuestro país. Y es que una acción inconveniente trae inevitablemente consecuencias. Lo que estamos viendo hoy es el resultado de una suma de decisiones equivocadas en la administración de Venezuela.
Estamos bajando –en aterrizaje forzoso- de la nube en la cual los altos precios petroleros montaron al país. No hay que conocer demasiado del tema para saber que dichos precios son volubles y nuestra historia en el último siglo ha estado sometida a esos vaivenes.
Hace poco se cumplieron 79 años del famoso editorial del fallecido intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri titulado “Sembrar el petróleo”, el cual hemos citado varias veces, ya que ha sido por demás desoído. Aquel histórico texto nos invita a tomar el ingreso petrolero para hacer inversión sustentable en nuestro país, cosa de que los tiempos de las “vacas flacas” nos tomen con una economía diversificada y ahorros bajo el colchón. De esta manera, el ingreso petrolero, sea alto o bajo, estaría al servicio el país.
A casi ocho décadas de aquellos postulados, ningún gobierno ha tomado en cuenta las recomendaciones de Uslar, ni de otros tantos conocedores de las variables económicas y de los vericuetos del asunto petrolero.
Volviendo al momento actual, estamos pagando el error de haber aplastado la producción nacional con abundantes importaciones, que terminaron por dejar sin mercado al inversionista venezolano, que no podía competir con ellas.
Lamentablemente, la administración actual también ha criminalizado al productor privado con anacrónicos argumentos ideológicos ya superados en casi todo el mundo, y aún en medio de la situación inflacionaria y de escasez que confrontamos, mantiene un tono retador en lugar de aceptar las invitaciones al entendimiento y al trabajo conjunto.
En síntesis, de estos errores pensamos que parte la situación que pone hoy la canasta básica en un aumento con respecto al mes de mayo de 11.357,78 bolívares. La variación anualizada, si comparamos los períodos junio 2014-junio 2015, es 163,6%, al alza.
También es crucial en el oscuro panorama que confrontamos, el ya obsoleto control de cambio, que obstaculiza con burocracia la obtención de divisas para cualquier necesidad, incluida la de alimentación. Trámite que no sería necesario si de verdad pudiéramos ostentar una soberanía alimentaria y produjéramos en nuestra tierra el sustento.
Hay que sentarse a hablar ya con el venezolano productivo, conocer de su propia boca cuáles son los obstáculos a la realización de su tarea, escuchar a quienes de verdad saben producir en nuestra tierra y desandar con humildad un camino lleno de errores.
La inacción se prolonga y con ello se agravan los problemas. Producción nacional y diálogo entre los sectores sociales son las tareas más urgentes y ambas deberán ser asumidas más temprano que tarde. El problema está en que, mientras más tarde se inicien, más daño se le habrá hecho a la gente, que es quien al final paga con su calidad de vida la inacción y las acciones erradas.
EEUU y Cuba se reconcilian
Cuba y Estados Unidos, enemistados durante más de medio siglo tras el triunfo de la revolución castrista, han inaugurado una nueva era con el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas, rotas en 1961, y la reapertura de sus embajadas en La Habana y Washington.
Ya es formalmente efectiva esa restauración diplomática y las hasta ahora secciones de intereses de ambos países se convierten en embajadas, con lo que culmina la primera fase del histórico deshielo anunciado hace siete meses, el 17 de diciembre de 2014, por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro. Una audaz jugada del mandatario estadounidense, que abre nuevas perspectivas a un juego que ha estado trancado por décadas.
Tecnología venezolana
Zuleika Murillo, estudiante de Ingeniería Mecatrónica de la Universidad Nacional Experimental Politécnica “Antonio José de Sucre”, Núcleo Carora, realizó un proyecto denominado “Construcción de un robot seguidor de personas”, el cual monitorea actividades de un individuo a través de una cámara integrada, que se mantiene conectada a un router para poder hacer la transmisión de datos a un computador, tablet o teléfono inteligente.
Murillo cuenta con 24 años de edad, es una de las próximas egresadas de esa casa de estudios y ya tiene como norte servir al país. Su tutor fue el profesor José Rojas y contó con la colaboración de Jesús Osuna, quien se desempeñó como cotutor y jurado en la evaluación.
David Uzcátegui