Tiene siete años y ha hecho estas huelgas desde que tenía tres o cuatro. Puede darles un beso o un abrazo a sus padres, pero no a muchas de las personas que conoce, al menos no todo el tiempo. Y yo no la voy a obligar.
«Me gustaría que abrazaras a la abuela, pero no te obligaré», le dije por primera vez hace tres años.
«¿No tengo qué hacerlo?», preguntó mientras se acurrucaba conmigo a la hora de dormir, como para confirmar que los hechos eran correctos.
No, no tiene que hacerlo. Y para ser claros, detrás de mi declaración no hay ninguna tontería pasivo-agresiva, condicional ni manipuladora. Lo digo en serio. No tiene que abrazar ni besar a nadie solo porque yo lo diga, ni siquiera a mí. No pasaré por alto los fuertes instintos que obligan a mi hija a no tocar a quien no quiere tocar.
Creo que su cuerpo es de ella, no mío.
No le pertenece a sus padres, a sus tíos, a sus tías, a sus maestros ni a su entrenador de futbol. Aunque debe tratar con respeto a la gente, no tiene que ofrecer afecto físico para complacerlos. Entre más pronto aprenda a ser dueña y responsable de su cuerpo, mejor para ella.
Me estremezco cuando escucho las historias de Josh Duggar y los «toqueteos incorrectos» con sus hermanas, de las acusaciones de que Bill Cosby agredió sexualmente a las mujeresdespués de drogarlas y de Jerry Sandusky, el exentrenador de futbol americano de la Universidad Estatal de Pennsylvania al que condenaron por abusar sexualmente de unos jovencitos. Ellos afianzan mi decisión de enseñarle a mi hija que es correcto decirle no a un adulto que le ponga una mano encima, aunque parezca una mano amiga.
«Cuando obligamos a los niños a dar afecto no natural para no ofender a un familiar o para no herir los sentimientos de un amigo, les enseñamos que su cuerpo realmente no les pertenece porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que es correcto para ellos», dijo Irene van der Zande, cofundadora y directora ejecutiva de Kidpower Teenpower Fullpower International, una organización sin fines de lucro que se especializa en enseñar seguridad personal y prevención de la violencia.
«Esto provoca que abusen sexualmente de los niños, que las adolescentes se sometan a conductas sexuales para ‘gustarle a él’ y que los niños soporten acosos porque todos ‘se están divirtiendo'».
Protección ante los depredadores
Obligar a los niños a tocar a la gente cuando no quieren los hace vulnerables a los abusadores sexuales, que en su mayoría son personas que los niños conocen, de acuerdo con Ursula Wagne, especialista en salud mental del programa FamilyWorks de Heartland Alliance en Chicago. Ninguna de las víctimas de abuso o agresión sexual infantil a las que ha asesorado fue víctima de un desconocido, dijo.
A veces, un niño detecta algo extraño en tu cuñado que nadie más ve. Tal vez no sea un depredador sexual. Tal vez no tiene un sentido de los límites. Tal vez hace muchas cosquillas, lo cual puede ser una tortura para alguien a quien no le gustan. O tal vez sea un depredador.
«Da a entender que hay ciertas situaciones en las que no depende de ellos lo que se haga con su cuerpo», dijo Wagner. «Si los obligan a mostrar afecto aunque no quieran, los deja vulnerables a abusos más adelante».
¿Para qué esperar a que haya problemas? La asesora en paternidad, Sharon Silver, se esforzó para desarrollar el detector de su hijo. Silver dice que sus hijos detectan fácilmente las pistas que indican que algo no está del todo bien con una persona o situación en particular.
En el caso de tu hijo, tal vez sea algo raro con la tía Linda o con el maestro de música que vive al final de la calle. «Algo dentro de ti te dice que algo anda mal», dijo Silver. Enseñar a tu hijo a poner atención a esos instintos podría protegerlo más adelante.
Sexo para complacer a alguien más
¿Querrías que tu hija tuviera relaciones sexuales con su novio solo para hacerlo feliz? Los padres que se justifican porque ordenan a su hijo a que besen a la abuela dicen: «eso es diferente».
No, no lo es, de acuerdo con la escritora Jennifer Lehr, quien escribe un blog sobre su estilo de paternidad. Ordenar a los niños a besar o a abrazar a un adulto al que no quieren tocar les enseña a usar su cuerpo para complacerte o complacer a algún personaje de autoridad o a cualquier persona, en todo caso.
«Lo que se da a entender al niño es que el estado emocional de otra persona no solo es su responsabilidad, sino que también deben sacrificar su propio cuerpo para levantar el ego de alguien más o para satisfacer su deseo de amor o afecto», dijo Lehr. «Ciertamente ningún padre desearía que su hijo, al ser adolescente o adulto, se sienta presionado a responder a una insinuación sexual indeseada, pero muchos les enseñan a sus hijos desde muy pequeños que su trabajo es usar su cuerpo para hacer felices a los demás».
No podemos ser groseros
Podrías pensar que los padres indolentes de mi hija no le están enseñando modales, pero eso no es cierto. Tiene que decir por favor y gracias, poner la mesa, levantar los platos y agradecer a todo y a todos los que hacen posible cada comida.
Tiene que ser cortés cuando saluda a la gente, los conozca o no. Cuando los familiares y los amigos saludan, le doy la opción de «dar un abrazo o un ‘vengan esos cinco'». Como ha visto que los adultos se saludan con un apretón de mano, a veces usa esa opción. Como hablamos tanto de los «vengan esos cinco», ella empezó a hacerlo para saludar a cualquiera, lo cual puede causar que el inicio de cualquier ocasión social sea la celebración de untouchdown.
«Cuando los niños son realmente pequeños y tímidos, los padres pueden empezar a ofrecerles opciones para tratar a la gente respetuosa y atentamente», dijo van der Zande. «Para los seis o siete años, incluso los niños tímidos pueden estrechar la mano de alguien, saludar con un ademán o hacer algo para transmitir respeto y atención. Los modales (tratar a la gente con respeto y atención) son diferentes a exigir muestras físicas de afecto».
Requiere más esfuerzo
El habernos negado a ordenarle que dé abrazos y besos a demanda implica que hay que esforzarse más para mantener las relaciones e impedir que se hieran sentimientos. La mayoría de nuestros familiares viven lejos, así que es mi tarea enseñarle a mi peque cosas sobre la gente a la que no ve a diario.
Queremos asegurarnos de mantenernos en contacto con llamadas, por Skype y con regalos. Antes de la visita de nuestros seres queridos, que a menudo significa un día entero de vuelos, hablo mucho de nuestros huéspedes, de lo que significan para mí y de lo que haremos cuando lleguen. Les doy muchas oportunidades de interactuar con ella para que aprenda a confiar en ellos.
A los familiares que quieren saberlo les explico por qué le dejamos decidir a quién quiere tocar. Mamá no la obligará ni le dará una orden directa.
Espero estarle enseñando a mi hija como cuidarse más adelante y permitirle expresar su afecto en su propio estilo y en su propio momento tiene sus beneficios. Cuando mi hija se acurruca con mi madre en el sofá y le habla alegremente de sus libros favoritos, de las Girl Scouts y de otras cosas, el rostro de mi madre se ilumina. Sabe que el amor de mi hija es real.