La viceministra de Fomento a la Economía Cultural, Aracelis García, señaló que «la estética es un hecho político que tiene grandes responsabilidades con su pueblo, con la humanidad» y señaló que las prácticas artísticas no se resumen exclusivamente a las bellas artes, si no también a lo ritual, a la escritura o a lo autóctono de cada región, como el idioma mapoyo.
Esta lengua del pueblo indígena mapoyo originario del estado Bolívar, fue designado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el 25 de noviembre de 2014 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco por sus siglas en inglés).
«Eso es lo que hace la Revolución Bolivariana, como con los Diablos Danzantes de Yare, hacer referentes mundiales que hablan de una estética», dijo García.
También destacó la recuperación de los espacios culturales durante los último 15 años. «El arte del pueblo debería mostrarse en las instalaciones del pueblo».
Por su parte, Morella Jurado, directora del Instituto de las Artes, de la Imagen y el Espacio (Iartes), resaltó la importancia de la estética de la revolución como herramienta de emancipación, ante el intento de los grandes medios de poder de estigmatizar los logros de las revoluciones en el mundo.
Jurado también indicó que la próxima Bienal del Sur fungirá como arte de resistencia, a diferencia de otras bienales en el planeta que son «lo más parecido a una bolsa de valores, una trata de personas» que debido a su dote mercantilista, «parecen parques temáticos (donde) casi nunca lo que está ahí es cultura profunda».
La Bienal del Sur iniciará en noviembre y se mantendrá hasta febrero de 2016, con la participación de aproximadamente 138 artistas de 39 países, tales como Palestina (país homenajeado), China, Rusia, Grecia, todos los países de Suramérica, entre otros.
En el evento también se dio cita Alfredo Caldera, director del Centro Nacional de Teatro, quien subrayó el carácter de anticonquista, descolonizador y original, de las artes escénicas en el país.»El teatro es una forma cultural de resistencia, que va en contra de lo establecido», por lo cual abogó por profundizar el teatro político.