«¿Tú qué crees que va a pasar?»
Es la pregunta de todos los días en Venezuela.
Y aunque nadie sabe qué va a pasar en Venezuela, todos tienen una teoría.
Sobre todo, los brujos, aquellos hombres y mujeres que leen el futuro en las cartas, el tarot, el café, el tabaco y en la mano, entre muchos otros métodos.
Los brujos están en toda América Latina: tienen programas de televisión, columnas de prensa y cientos de miles de seguidores en Twitter.
Pero en Venezuela los adivinos no solo son famosos: también saben –o dicen saber– el futuro político del país.
Que si Maduro va a caer, que si el dólar bajará, que si surge una tercera vía: esas son las preguntas que los venezolanos –además de las cuestiones personales– les hacen a los brujos.
«Hay varias razones de orden cultural y psicológico que explican por qué los venezolanos están obsesionados con las predicciones, pero la principal es que llevamos al menos una década viviendo en medio de la incertidumbre política», explica el psicólogo social y columnista Ángel Oropeza.
Predicciones, ¿en sociedad?
Hace unas semanas la pregunta que todos se hacían era sobre la fecha de las elecciones parlamentarias, que finalmente el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció para el 6 de diciembre.
En ese entonces, fui a una reunión de periodistas en la que uno de los invitados era el famoso brujo David Goncalves.
A través de las cartas, «El Rey David» nos predijo los siguientes eventos, entre otros: un deslave, un terremoto, un encuentro entre Diosdado Cabello y Barack Obama, crisis de la Misión Vivienda, disturbios, guerra entre civiles y militares chavistas, escasez, caída de las reservas internacionales, salidas de ciudadanos y empresarios por las fronteras.
Y sobre el poder, predijo que antes de diciembre habrá un golpe de Estado, subirá un militar y, después de una transición, Diosdado Cabello, hoy presidente de la Asamblea Nacional, se posesionará como jefe de Estado.
Ah, y en 2019 el opositor Leopoldo López, hoy en la cárcel, lo reemplazará.
«Intuición»
Una semana después de la reunión, el Consejo Nacional Electoral anunció la fecha de las parlamentarias.
Y una de las presentes en la reunión, que notó mi escepticismo ante el asunto, me escribió: «¿Viste que David le pegó a la fecha de las parlamentarias?».
Así, como David predijo la fecha, hay brujos en Venezuela que auguraron el cáncer y la muerte de Chávez, la crisis económica y las protestas contra Nicolás Maduro.
También, por supuesto, se equivocaron en muchas otras cosas que, una vez se prueba que no ocurrieron, no vuelven a mencionar.
«Los brujos no predecimos cosas exactas», me dice Goncalves. «Vemos, a través de la astrología y las energías, una historia que se da en el tiempo».
«No somos tan terrenales como los brujos santeros; lo nuestro es intuición».
Y concluye: «Yo tengo que agradecer a la situación política, que me llevó a ser famoso».
«Foco externo de atención»
Como todos los países de América Latina, en Venezuela la religión católica es una parte importante de la vida social.
Pero en los últimos años, las prácticas de la santería –una religión sincrética derivada de las prácticas de los esclavos durante la colonia– se han expandido en Venezuela, algo que algunos atribuyen a la influencia cultural de la misión de médicos y trabajadores sociales cubanos en el país.
Oropeza, el psicólogo social, dice que a esa supuesta influencia de los cubanos se añade la idiosincrasia crédula del latinoamericano y, reitera, la incertidumbre política.
Pero ve un factor más: lo que en psicología se llama la «teoría de la atribución causal», que explica la forma como la gente explica los eventos por una causa interna (sus actos, su personalidad) o causa una externa (las acciones de otros, el destino).
«En Venezuela, según estudios de las principales universidades el país, hay una fuerte predominancia del foco externo», dice Oropeza.
«No es que el venezolano sea perezoso por naturaleza, sino que al no encontrar relación entre lo que pasa y lo que él hace, busca las relaciones por fuera».
Por eso el venezolano, según Oropeza, busca darle sentido al pasado, al presente y al futuro a través explicaciones supersticiosas o inverificables.
«Cuatro rayas en el dedo meñique»
La creencia en fuerzas externas que influyen en los eventos tiene toda una industria a su alrededor.
El Centro Venezolano de Investigación Piramidal y Mineral, una red de comercios, tiene 150 tiendas alrededor del país.
Allí, en vitrinas que van del piso al techo a veces en forma de pirámide, se venden hasta 7.000 objetos de Feng Shui o Nueva Era: pequeñas fuentes, inciensos, símbolos de todas las religiones, figuras en madera de animales, joyas.
También se prestan servicios de consulta, en las que leen la mano, las cartas o el café.
En el centro de Caracas hay numerosas tiendas de este estilo, a las que también llegan los santeros a comprar las dosis de «monte» (plantas) para sus rituales.
En una de esas tiendas Karim Khafash, un egipcio que lleva 40 años en Caracas y se declara chavista, me leyó la mano y las cartas en una sesión de una hora por 300 bolívares, poco más de un salario mínimo diario.
Me dijo que mi futuro se ve bien, tanto en el amor como en lo profesional, aunque debo protegerme de malas energías que él «me puede ayudar a resolver».
«Yo vivo con la agenda copada, la gente me cree porque tengo un poder», dice.
Me muestra el dedo meñique de su mano izquierda, y señala, en referencia a las coyunturas: «La gente tiene tres rayas, pero yo tengo cuatro».
Es cierto: tiene cuatro rayas.
Por eso dice con, toda seguridad, que Maduro sale de la presidencia en 2016.