Ahora resulta que el Gobierno de Maduro, luego de crear las zonas de paz y entregarles parte del territorio nacional con todo y sus pobladores a distintas bandas, asume la determinación de que “acabará con todas ellas y limpiará el territorio nacional de las mismas, pues no puede permitir que el pueblo viva sometido”. De inmediato crea un plan especial, en este caso de la “Liberación del Pueblo”, que llevan adelante policías y militares socios de los delincuentes o que han sido derrotados por los mismos en las incursiones habidas. Repetirán y repetirán esta cantaleta y aparecerán organizaciones y dirigentes comunales que declararán su total apoyo a esta acción, que “por primera vez en la historia de Venezuela”, será asumida por el propio jefe del gobierno.
Valga recordar que la última de estas acciones dejó 15 muertos, que escondieron en la morgue para que sus familiares no los pudieran ver, quizás ocultando que muchos fueron abaleados luego de rendirse o de haber sido detenidos. Quince asesinados y sólo 14 armas capturadas, lo que hace suponer que uno o más de los muertos en los “enfrentamientos” no estaban armados. ¿Por qué murieron entonces? ¿Cómo se peleaban si estaban desarmados? Las mismas preguntas aparecen en relación con los 140 detenidos en la 905. Si sólo incautaron 14 armas, los detenidos tampoco estaban armados. ¿Por qué los detuvieron entonces? ¿Estaban enfrentándose sin armas? ¿Usaban piedras? ¿Eran acaso ninjas cuyas artes marciales son más peligrosas que las armas?
La liberación del pueblo con estos chavecos se ha puesto cada vez más difícil. Antes teníamos que liberarnos de los adecos y copeyanos que nos tenían sometidos. Debíamos liberarnos del yugo de la burguesía, cosa rara en un país donde la única empresa realmente era PDVSA, que está dirigida por el Estado venezolano. Pero esa es otra discusión que los eruditos bolivarianos no entenderían, aunque esto a ellos no les importa pues ya tienen las respuestas antes que les hagan las preguntas. Y también teníamos que defendernos del imperialismo norteamericano. En resumen, teníamos tres grandes enemigos que enfrentar.
Hoy, seguimos teniendo el peligro de que los adecos y copeyanos reconquisten el poder y nos vuelvan a someter, la burguesía sigue dominándonos a juzgar por el discurso del Gobierno, pese a que hoy es más inexistente que ante; el imperialismo, a pesar de estar moribundo luego de las derrotas sufridas ante Chávez y Maduro sigue con su dominación, y estos genios de procesos libertarios crearon una delincuencia común poderosa, que nos subyuga y a la que también debemos combatir para lograr la liberación. Si siguen gobernando nos dominará la alianza de los espíritus de la sabana con la banda de El Rodilluo la Sayona y la Llorona, financiados por Uribe para más cuento.
Luis Fuenmayor Toro