Greivis Vásquez no se integrará al equipo de Venezuela para el torneo Pre-Olímpico que se efectuará en México a partir del 31 de agosto.
Así lo anunció ayer el NBA de Milwaukee Bucks, en rueda de prensa convocada para responder a los planteamientos del presidente de la Federación Venezolana de Baloncesto, Carmelo Cortez. Y expuso dos razones: “por el maltrato a los jugadores y porque estoy en un año crucial”, en referencia a lo que ha venido censurando al organismo nacional y a su compromiso para la próxima temporada en Estados Unidos, donde actuará en un nuevo equipo, el quinto de su trayectoria.
Aunque se dejó una hendija abierta por la disposición manifiesta de ambos de discutir la situación frente a representantes de los medios de comunicación, las consideraciones de Vásquez y su enfrentamiento con la FVB -“no tengo nada personal con Carmelo, sino sobre su gestión”, insistió- difícilmente alterarán el cuadro.
La ausencia del NBA, desde luego, es un duro golpe para la selección, que tiene algunos jugadores entre algodones y al parecer tampoco podrá contar con uno de dos nacionalizados, Leon Rodgers y Donta Smith, el primero porque los trámites no han concluido y el segundo porque no ha mostrado interés.
Al margen del perjuicio que para el combinado significa no contar con Vásquez, el enfrenamiento revela un mar de fondo en el baloncesto, cuya profundidad dista de ser avistado. En sus declaraciones de ayer, habló de su disposición de colaborar con el desarrollo en Venezuela –dentro de sus limitaciones-, de las clínicas que ha dictado y de su intención de crear un Centro Integral de Capacitación en Naguanagua, Carabobo, en relación a lo cual ya ha tenido conversaciones para obtener el terreno necesario.
AN