En 1999, los hermanos Curtis y Catherine Jones reconocieron ante un juez haber asesinado a la novia de su padre. Tenían 12 y 13 años. Como respuesta, el juez los convirtió en los condenados por asesinato en primer grado más jóvenes de Estados Unidos.
Han pasado 16 años en dos prisiones del Estado de Florida, han crecido entre rejas y ahora acaban de ser liberados. El pasado 28 de julio salió Curtis, y el día 1 de agosto fue el turno de Catherine. Ahora tienen 29 y 30 años.
Aunque está probado que los dos hermanos mataron a la mujer, la opinión pública se pregunta qué impulsó a dos niños a apretar el gatillo.
Curtis y Catherine vivían en un barrio tranquilo de la costa de Florida junto a su padre y la novia de este, Sonya Nicole.
La mañana del 6 de enero de 1999, Sonya Nicole estaba completando un puzle en el salón de la casa familiar cuando recibió un disparo en el torso.
Catherine quería usar la escopeta de su padre para disparar a su pareja, pero el arma se le cayó de la mano. Entonces Curtis la recogió y vació el cargador en Sonya Nicole.
Disparó 9 veces, acertó 4.
Catherine limpió las huellas del arma y trató de simular la escena de un robo.Después, los hermanos huyeron a través del bosque.
La anterior escena fue descrita por la policía en su primer informe. El sheriff del caso no dudó en especular ante los medios: «Siempre han sido un trío, los tres amigos, ahora son un cuarteto y están resentidos y celosos por este hecho».
Los niños fueron encarcelados sin que nadie investigara a fondo el caso.
En 2009, desde prisión, Catherine aceptó una entrevista con John A. Torres, un reportero del Florida Today que se convirtió en una pieza clave para descubrir las interioridades del caso al mundo.
Según lo que contó Catherine, ella y su hermano no solo quisieron matar a la novia de su padre, también querían deshacerse de su protegintor y de otro pariente. El motivo es que tanto ella como su hermano estaban sufriendo abusos sexuales.
Entre otras cosas, ese «pariente» la obligaba a hacerle felaciones «hasta vomitar» y dormía con su hermano.
Catherine también contó que su madre biológica había abandonado a la familia tras años de maltratos, y que fue entonces cuando ese «pariente», que ya había sido encarcelado por mantener sexo con una joven de 14 años, se mudó a su hogar.
Catherine le había contado los abusos a su padre y a su novia, pero ninguno de los dos creyó a la niña de 13 años.
Poco después de que los jóvenes fueran encarcelados, Florida Today desveló que el Departamento de Infancia y Familia había documentado indicios de abusos sexuales contra los dos hermanos. En un período de 5 años los agentes de esta organización social local llegaron a visitar el hogar de los Jones 3 veces.
Me arrepiento de haberla matado, pero en ese momento me sentí muy feliz de estar lejos
Pero esos informes nunca llegaron a formar parte de la investigación policial. Y cuando los investigadores conocieron las denuncias, no encontraron «pruebas que las relacionaran con el caso».
«Me arrepiento de haberla matado, pero al entrar en prisión me sentí muy feliz de estar lejos [de esa casa]. Sé que suena muy alocado, pero llegó un punto en que sólo quería estar lejos de todo y sentirme segura», dijo Catherine al reportero de Florida Today.
Curtis nunca ha hablado con los medios. Sólo se sabe que cuando aún era un niño le preguntó a su abogado si podía llevarse su consola Nintendo a la cárcel. Y que durante su condena se ha hecho dos tatuajes: una pantera y las siglas «MOB».
En todos estos años tampoco ha podido hablar con su hermana. Por cuestiones jurídicas (podrían ponerse de acuerdo a la hora de testificar), las autoridades les han prohibido cartearse durante 16 años.
«Somos nuestros mejores amigos, es lo peor que nos podían hacer», dijo Catherine, llorando, durante su entrevista en 2009.
Gracias a su aparición en los medios, conoció por carta a un soldado de la marina estadounidense y terminaron casándose.
Curtis pudo probar la libertad durante pocas horas en 2004, cuando el huracán Frances sembró el caos en Florida y decenas de jóvenes escaparon de su correccional. Estuvo fuera un día, y aquello le costó 318 días más de pena.
Los dos hermanos salen a la calle sin saber cómo es el mundo. Ahora que son libres su caso está siendo ampliamente debatido en numerosos medios estadounidenses.
Las principales interpretaciones perciben este caso como una injusticia, y cuestionan que el encierro haya servido para algo. Varios psicólogos argumentan que la salida al exterior de los dos hermanos será un shock y quehaber crecido entre barrotes puede aumentar su tendencia al delito según las estadísticas.
Más allá de las interpretaciones y de las cifras, Catherine y Curtis fueron dos niños atrapados en una telaraña. Es bonito imaginarlos desapareciendo en el bosque a toda prisa, cogidos de la mano, ocultándose para siempre del mundo de los adultos.
¿Hasta qué punto un niño puede ser culpable de asesinato?