Millones de langostas —también conocidos como saltamontes o chapulines— han descendido sobre las tierras agrícolas en el sur de Rusia, devorando campos enteros de cultivos y causando que los funcionarios declaren el estado de emergencia en la región.
Un área inmensa de al menos 800 hectáreas está siendo afectada por los enjambres de esos insectos ortópteros —cada uno mide alrededor de 8 centímetros de largo— que aniquilan campos de maíz y otros cultivos.
Han pasado más de 30 años desde que esta parte del sur de Rusia sufrió una plaga tan intensa de langostas, según funcionarios locales.
Funcionarios dicen que al menos el 10 % de cultivos ya han sido destruidos y el frenesí de alimentación de la langosta está lejos de terminar, amenazando con devastar el sustento de los agricultores locales.
Caminando a través de lo que queda de sus campos de maíz en la región de Stavropol, un granjero, Pyotr Stepanchenka, observa consternado.
«Mire», dice a la cámara, no queda nada del maíz. Las langostas comieron todo, desde las hojas hasta las mazorcas.
En la televisión estatal, emisiones de las noticias rusas vinculan la plaga al cambio climático, conectando el fenómeno a las recientes inundaciones en medio de las temperaturas superiores al promedio.
Funcionarios del ministerio ruso de la agricultura han declarado un estado de emergencia, pero parecen impotentes para evitar la destrucción.
Dicen que están intensificando los esfuerzos para salvar la cosecha mediante el aumento de vuelos de fumigación de cultivo.
Pero las altas temperaturas del verano, dicen, han disminuido la efectividad de los poderosos pesticidas que usan.
Además, las autoridades dicen que los enjambres de langostas se mueven rápidamente por el sur de Rusia, a veces demasiado rápido para que las autoridades las sigan, dejando un rastro de destrucción detrás de ellos.
«En Kalmikya, Astrakhan, Volgagrad, y Daguestán ya no queda ninguna comida para las langostas, por lo que se han trasladado a otras fuentes de alimentos», dice Tatiana Drishcheva de la Central Agrícola Rusa, una organización gubernamental.
«Tienen una envergadura cercana a los 12 centímetros, como pequeños gorriones», agregó.
Algunos lugareños frustrados, enfrentando los estragos, han publicado videos de ellos mismos tratando desesperadamente de contener la marea. Pero todo parece inútil frente a tal abrumador enjambre ruso.