Unos 5.000 trabajadores de General Motors comenzaron hoy una huelga en la planta que la empresa tiene en el municipio de Sao José dos Campos, en el estado brasileño de Sao Paulo, después de que el pasado sábado fueran despedidos 250 empleados, informaron fuentes sindicales.
La paralización, por tiempo indefinido, fue aprobada por mayoría en una asamblea de trabajadores celebrada este lunes, según un comunicado del Sindicato de Metalúrgicos de Sao José dos Campos.
El sindicato demanda la reincorporación de los 250 empleados despedidos y reivindica una reducción de la jornada laboral sin que afecte el salario.
Asimismo, exigen que se prohíba a las empresas remitir ganancias al exterior y la nacionalización de aquellas compañías que despidan a su personal, como medidas que consideran necesarias para frenar la crisis del sector automotriz.
En el mismo comunicado, divulgado en el portal del sindicato en la internet, se exige a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que garantice por decreto la estabilidad del empleo para todos los trabajadores del país.
“Los trabajadores viven un momento delicado, en que sus derechos están siendo atacados por todos lados; pero nosotros no vamos a pagar la crisis creada por el Gobierno”, señaló el presidente del Sindicato de Metalúrgicos de São José, Antônio Ferreira de Barros, citado en el comunicado.
La decisión de General Motors se produce en un momento en que la venta de vehículos en Brasil acumula una caída del 17,87 % en lo que va de año, de acuerdo con los datos de la Federación Nacional de Distribuidores de Vehículos Automotores (Fenabrave).
Pese a la crisis que atraviesa el sector, afectado por el bajo consumo interno y por la caída en las exportaciones, en mayo pasado el presidente de General Motors para Suramérica, Jaime Ardila, anunció una inversión de 6.500 millones de reales (unos 1.930 millones de dólares) en Brasil para los próximos cuatro años.
El comienzo de la huelga impidió la entrada en la fábrica de Sao José dos Campos a 750 empleados que deberían haberse reincorporado hoy tras ser suspendidos temporalmente por la empresa en marzo, como medida para reducir los costes y la producción. EFE
Unos 5.000 trabajadores de General Motors comenzaron hoy una huelga en la planta que la empresa tiene en el municipio de Sao José dos Campos, en el estado brasileño de Sao Paulo, después de que el pasado sábado fueran despedidos 250 empleados, informaron fuentes sindicales.
La paralización, por tiempo indefinido, fue aprobada por mayoría en una asamblea de trabajadores celebrada este lunes, según un comunicado del Sindicato de Metalúrgicos de Sao José dos Campos.
El sindicato demanda la reincorporación de los 250 empleados despedidos y reivindica una reducción de la jornada laboral sin que afecte el salario.
Asimismo, exigen que se prohíba a las empresas remitir ganancias al exterior y la nacionalización de aquellas compañías que despidan a su personal, como medidas que consideran necesarias para frenar la crisis del sector automotriz.
En el mismo comunicado, divulgado en el portal del sindicato en la internet, se exige a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que garantice por decreto la estabilidad del empleo para todos los trabajadores del país.
“Los trabajadores viven un momento delicado, en que sus derechos están siendo atacados por todos lados; pero nosotros no vamos a pagar la crisis creada por el Gobierno”, señaló el presidente del Sindicato de Metalúrgicos de São José, Antônio Ferreira de Barros, citado en el comunicado.
La decisión de General Motors se produce en un momento en que la venta de vehículos en Brasil acumula una caída del 17,87 % en lo que va de año, de acuerdo con los datos de la Federación Nacional de Distribuidores de Vehículos Automotores (Fenabrave).
Pese a la crisis que atraviesa el sector, afectado por el bajo consumo interno y por la caída en las exportaciones, en mayo pasado el presidente de General Motors para Suramérica, Jaime Ardila, anunció una inversión de 6.500 millones de reales (unos 1.930 millones de dólares) en Brasil para los próximos cuatro años.
El comienzo de la huelga impidió la entrada en la fábrica de Sao José dos Campos a 750 empleados que deberían haberse reincorporado hoy tras ser suspendidos temporalmente por la empresa en marzo, como medida para reducir los costes y la producción. EFE