El precandidato presidencial Donald Trump se defendió este domingo de la feroz reacción que recibió por criticar a la moderadora del debate republicano, Megyn Kelly -de Fox News-, pues insiste en que no dijo nada malo y que él valora a las mujeres.
«Aprecio las mujeres», le dijo el magnate de bienes raíces a Jake Tapper del programa «State of the Union», de CNN, y añadió que él no tenía la intención de insinuar que Kelly le hizo preguntas ásperas durante el debate porque estuviese menstruando.
«¿Quién diría eso?», preguntó Trump.
«¿Crees que yo diría algo así? ¿Quién diría algo así? Solo una persona enferma pensaría en eso», matizó el aspirante a la Oficina Oval.
El extraordinario intercambio con Tapper mostró la rapidez con la que Trump ha pasado de ser el favorito que aparentemente desafiaba las leyes de las políticas a ser el rostro público de una campaña en una tormenta política.
Durante las últimas 48 horas, el propio partido de Trump ha ejercido presión para cerrar de golpe su escandalosa elección de palabras, atacando con un vigor que no se había visto en las anteriores controversias durante su candidatura presidencial.
La reacción ha sido más intensa que la que Trump enfrentó por sus comentarios anteriores sobre los inmigrantes mexicanos y por cuestionar la heroicidad en tiempos de guerra del senador John McCain.
Varios de sus oponentes republicanos a la presidencia e incluso los conservadores que se inclinan a la extrema derecha se han referido a su ataque contra Kelly como «ofensivo» y dijeron que había sido impulsado por el género.
Trump manejó el momento con sus formas características, al rehusarse a ceder siquiera una pulgada delante de sus detractores y al decirle a Tapper que no había «hecho absolutamente nada malo».
Culpó a sus oponentes republicanos a la presidencia de avivar las llamas de la controversia y afirmó que su intención fue referirse a su «nariz y/u oídos», no al período menstrual de una mujer.
Trump atacó a varios de los republicanos que han criticado sus comentarios sobre Kelly.
Señaló la metida de pata de la semana pasada del exgobernador de Florida, Jeb Bush, acerca de la financiación de la salud de las mujeres, al decir que «lo que dijo se escuchó horrible», y que el comentario sobre el exceso de fundos –el cual Bush dijo que estaba destinado a hacer referencia a «Planned Parenthood»– «lo perseguirá y será igual que el del ‘47%’ de Romney».
Trump desestimó al senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham, y a la exdirectora ejecutiva de Hewlett-Packard, Carly Fiorina.
En cuanto a la decisión del bloguero Erick Erickson de retirarle a Trump la invitación al evento conservador RedState Gathering, el magnate dijo el domingo: «Este tipo es un perdedor. Ha apoyado a muchos candidatos que han perdido».
Incluso dijo que ha conseguido lo mejor de sus ataques contra Kelly, los cuales surgieron de la pregunta que ella le hizo durante el debate, la noche del jueves, la cual hacía referencia a las palabras como «cerdas» que Trump había usado para describir a las mujeres.
«No tengo nada contra Megyn Kelly. Creo que su pregunta fue extremadamente injusta para mí –su pregunta completa fue injusta para mí. Yo soy a quien aman en las redes sociales» dijo Trump.
La campaña de Trump también dijo el sábado que había despedido a Roger Stone, principal asesor político, quien rápidamente negó que lo hayan dejado ir e insistió en que había sido él quien había renunciado.
Los comentarios que vienen y van acerca de Stone, los cuales aparecen al mismo tiempo que la controversia de Kelly, alimentaron una sensación de alboroto cada vez mayor que rodea la campaña de Trump, quien recientemente cortó lazos con dos hombres acusados de escribir publicaciones en Facebook que exaltaban los ánimos.