El pasado miércoles, trabajadores de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) liberaron por accidente tóxicos al río.
Según la EPA, el derrame se produjo cuando los empleados de la EPA intentaron drenar la mina Gold King, pero accidentalmente enviaron el agua, llena de metales pesados disueltos, a un cauce tributario del Río Animas.
Solo un vistazo a una foto del agua anaranjada-amarillenta es suficiente para saber que algo está mal. Los científicos tendrán que decir qué tan mal, y posiblemente peligrosa, es la contaminación, aunque cinco días después, las respuestas al derrame son pocas.
¿Qué tan contaminado está el río? ¿Está el agua potable en peligro? ¿Las empresas dependientes del río se verán afectadas?
La única pregunta que fue contestada es el tamaño del derrame: más del triple de lo estimado originalmente. El Servicio Geológico de Estados Unidos informó que el tamaño del derrame es de 11,3 millones de litros, en comparación con la estimación inicial de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de 3,7 millones de litros.
Ciudades en Nuevo México también están en riesgo mientras la contaminación fluye del río Animas al río San Juan.