La viuda y los hijos de Robin Williams siguen sin ponerse de acuerdo sobre la herencia del actor ganador de un Óscar por Good Will Hunting» (1997), quien hace un año se quitó la vida en su domicilio del condado de Marin, en el norte de California, Estados Unidos.
Williams, de 63 años, se ahorcó con un cinturón después de un tiempo luchando contra una depresión severa, según reveló su esposa, Susan Schneider, quien explicó que el intérprete había sido diagnosticado recientemente con la enfermedad de Parkinson.
La muerte del cómico generó una disputa entre Schneider y los tres hijos de Williams de relaciones anteriores, Zachary, Zelda y Cody, por centenares de objetos pertenecientes al actor y los fondos de la herencia, que irán destinados a la viuda con el fin de que pueda mantenerse el resto de su vida.
Las diferencias respecto a los recuerdos de Williams se han ido resolviendo, si bien las cantidades de la fortuna del actor que recibirá la viuda están aún en el aire y las partes, de no ponerse de acuerdo, podrían acabar enfrentándose en los tribunales.
Williams, nacido en Chicago en 1951, tenía un largo historial de abusos de cocaína y alcohol que se remonta al principio de la década de 1980 y, aunque mantuvo a raya sus adicciones durante años, recayó en 2006.
El actor había estado trabajando intensamente en 2014 y en julio decidió ingresar durante varias semanas en un centro de rehabilitación en Minnesota «por precaución», dijo entonces su representante.
«La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero», dijo en una ocasión.
No se detectaron restos de alcohol o drogas ilícitas en su sangre en las pruebas toxicológicas que realizaron a su cadáver.