Seguimos por el sendero; hacia donde uno mire hay enormes montones de escombros en las calles. Los altos edificios de departamentos que alguna vez se extendieron hasta el cielo ahora son montones de concreto y metal retorcido a nuestros pies.
Entre los muros destruidos puedes ver lo que solían ser salas de estar y recámaras. Hay muñecas, carteles y espejos rotos, abandonados por las personas que solían vivir aquí, esparcidos entre los escombros, ennegrecidos por las explosiones que redujeron este sitio a ruinas.
Con un rifle estadounidense M16 al hombro y un cigarrillo en la mano, este combatiente palestino progobierno nos conduce hacia el frente de batalla en Yarmuk, un distrito de Damasco que representa como ningún otro lugar la tragedia brutal de la persistente guerra civil en Siria.
Los años de intensos combates entre el régimen sirio y los distintos grupos rebeldes ha devastado esta zona en la que alguna vez abundaban los palestinos. El soldado, abogado de profesión que no quiere que demos a conocer su identidad, dice que los combates son cruentos.
«Aquí siempre es difícil porque nuestros enemigos no son solo de ISIS, sino también de grupos palestinos», me cuenta. «Estamos peleando entre nosotros a pesar de que nos conocemos y de que ellos conocen esta zona. Por eso es difícil».
Miles de personas atrapadas en un tiradero urbano
El gobierno sirio fundó Yarmuk en 1957 para alojar a los palestinos que huyeron del conflicto árabe-israelí. Para cuando empezaron los disturbios en Siria, en 2011, había más un millón de habitantes.
Algunos de los palestinos se unieron a los rebeldes y tomaron el control de Yarmuk. Otros se mantuvieron fieles al régimen del presidente Bachar al Asad. Estas son las facciones que combaten actualmente; también han surgido grupos extremistas como Jabhat al Nusra e ISIS.
Los grupos palestinos militares prorrégimen han sitiado la zona y aplastaron a los civiles que quedaron atrapados en los combates. La gente se muere de hambre, según los grupos de defensa de derechos humanos, y la ONU a veces no puede llevar provisiones a Yarmuk para los más necesitados.
«Allí dentro quedan dos clases de civiles», explica el combatiente. «Están quienes están preocupados por sus casas y sus departamentos y son demasiado pobres como para escapar. También están los familiares de los combatientes de la oposición».
Es imposible verificar esa afirmación, pero la ONU estima que aún hay miles de personas atrapadas en Yarmuk.
Los combates y los cortes de electricidad son frecuentes y han despojado a estas personas de los artículos más básicos. Sus vidas empeoraron cuando ISIS invadió Yarmuk a principios de este año, mató a la gente en las calles e implementó su terrorismo característico antes de retirarse a otras zonas rebeldes de la capital de Siria.
Pero aunque ISIS se haya ido, los combates en Yarmuk siguen siendo intensos. Es la guerra urbana más cruel, que se libra centímetro a centímetro, calle a calle.
Estos combatientes progobierno tienen una parvada de gansos en el frente para que los alerten cuando alguien trate de ejecutar un ataque sorpresa. Los francotiradores vigilan desde las azoteas de los edificios que no se han derrumbado y cuelgan lonas en las ventanas que no tienen vidrios para asegurarse de que los francotiradores rebeldes no tengan una vista despejada.
A pesar de los combates diarios, el frente apenas se ha movido en meses. Los pequeños triunfos son la regla: los combatientes pueden ganar unos edificios aquí y allá, pero pierden otros en otras partes.
No obstante, los combatientes están convencidos de que hay avances.
«Creemos y estamos muy seguros de que recuperaremos todo Yarmuk pronto», dice el combatiente palestino.
Pero la victoria (sea cual sea su significado a estas alturas) e incluso los triunfos considerables siguen eludiendo a ambos bandos.
Aunque estos combatientes prorrégimen triunfen, su premio consistirá mayormente en ruinas.