Voceros oficiales estadounidenses siempre están prestos para declarar desmintiendo los hechos y planes intervencionistas y desestabilizadores que a todas luces comprometen a su gobierno y, al mismo tiempo, nunca faltan los factores y elementos lacayunos en los países afectados, que se apresuran a minimizar, encubrir y desmeritar las denuncias que en ese sentido se formulan
En reciente entrevista, en torno a la inauguración de las nuevas embajadas de Cuba en Washington y la estadounidense en La Habana, publicada en el periódico mexicano La Jornada, el laureado lingüista y cientista social Noam Chomsky expresó la frase con la que abrimos, a manera de epígrafe, el presente artículo.
El intelectual estadounidense formuló la frase en cuestión respondiendo a una pregunta, en la que se le inquiría, acerca de las razones que obligaron al gobierno de su país a dar un giro de 180 grados en la política de acoso y bloqueo que, tozudamente, mantuvo en contra del gobierno y del heroico pueblo de la isla caribeña durante más de una cincuentena de años.
Arremetida simultánea
Nosotros aprovechamos la observación del profesor Chomsky para, a nuestra vez, plantearnos una pregunta referida a las motivaciones que han podido inducir al gobierno imperial estadounidense a emprender una arremetida simultánea de contra ataque a los gobiernos progresistas de América Latina mientras desarrolla una apertura hacia la revolución cubana.
Pareciera que se está ante una política imperial contradictoria, porque, por un lado se propicia cierta conciliación con un acérrimo enemigo como ha sido la Cuba de Fidel y, por el otro, se desata una activa y manifiesta campaña desestabilizadora que apunta a debilitar y, más allá, al derrocamiento de gobiernos legítimos que han osado emprender un camino de afirmación y defensa de su independencia y soberanía.
Por supuesto, voceros oficiales estadounidenses siempre están prestos para declarar desmintiendo los hechos y planes intervencionistas y desestabilizadores que a todas luces comprometen a su gobierno y, al mismo tiempo, nunca faltan los factores y elementos lacayunos en los países afectados, que se apresuran a minimizar, encubrir y
desmeritar las denuncias que en ese sentido se formulan.
Cóndor o buitre
Cuando la verdad incontrastable, es que estamos frente a una operación envolvente, de esas que, en otros momentos han denominado operación “cóndor”, por ejemplo, y que ahora podrían denominarla como “buitre” pero cuyos propósitos y efectos son los mismos: someter y doblegar a los pueblos y gobiernos que pretenden reivindicar su dignidad e identidad nacional.
Pero, en esta oportunidad, el tiro les está saliendo por la culata, tan es así, que más que una demostración de fuerza lo que estamos presenciando los latinoamericanos caribeños contemporáneos es una cada vez más ostensible demostración de debilidad de parte del coloso del norte, que se resiste a asimilar la nueva realidad geopolítica que emerge en el mundo o que le cuesta ajustarse a los cambios que se están operando a nivel global, con el salto del mundo unipolar, en el que el poder estadounidense y de sus corporaciones transnacionales era omniabarcante y avasallante, al mundo multipolar, en el que China, Rusia e Irán con sus respectivas áreas de influencia y la América Latina integracionista están llamados a ocupar espacios y posiciones relevantes, con la mira estratégica puesta en la instauración progresiva de un mundo de equilibrio, que haga posible la contención de la catástrofe a la que la voracidad imperialista conduce a la humanidad entera y establezca las bases para una relación armoniosa y provechosa entre los pueblos.
Estamos claros, no es que los yanquis estén derrotados, por toda la línea, en Nuestra América, pues, conservan aliados y cuentan con mecanismos de poder real a lo largo del Continente, pero es evidente, que han venido perdiendo terreno en un espacio que anteriormente controlaban de manera absoluta. La derrota en la instrumentación del ALCA (2005), el aislamiento en temas cruciales, como el de Cuba, en la Cumbre de Cartagena, Colombia (2012), y en la de Panamá (2014), denotan una marcada tendencia de pérdida de influencia política; proceso, en el que, indiscutiblemente, Venezuela, con su Revolución Bolivariana, ha jugado un papel de vanguardia, por demás, significativo.
Por el rescate
Y, he allí, precisamente, la debilidad imperial reflejada en su arremetida de estos últimos meses, utilizando los más diversos mecanismos, en contra de los gobiernos progresistas, que responde, más bien, a una acción reactiva frente a los avances de nuestros pueblos. En El Salvador, han intentado poner en jaque al gobierno del Frente FMLN activando para ello a las bandas criminales de Las Maras; en Ecuador, pretenden deponer al Presidente Correa movilizando masas con intenciones golpistas; en Argentina y Brasil apelan al expediente de querer involucrar a las Presidentas Cristina y Dilma en sonoros casos mediáticos de corrupción con la intención de debilitar sus gobiernos y forzar sus dimisiones; por otro lado, presionan a los gobiernos caribeños para que se distancien de Petrocaribe y así socavar esa base de apoyo a nuestro país, siendo que el gran objetivo de la movida imperial lo constituye el debilitamiento y consecuencial derrocamiento del gobierno bolivariano, sometido al acoso implacable de una guerra económica auspiciada, sin duda alguna, por los centros de mando imperiales.
Sí, vienen por el rescate de su “traspatio tradicional”, sólo, que, en esta hora Continental, la capacidad de resistencia de nuestros pueblos se ha potenciado notablemente. Como sugiere el viejo dicho español “vienen por lana y saldrán trasquilados”
Notas paralelas
Miguel Ugas
E-mail: miguelugas@gmail.com