«Dilma está caminando sobre la cuerda floja sin red de protección», dijo Eliane Cantanhede, uno de los analistas políticos más reconocidos de Brasil
Si la crisis económica más grave en una década, sumada a un enorme escándalo de corrupción en su partido gobernante y a un bajísimo índice de aprobación no fueran problema suficiente para la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ahora tiene que enfrentar a un rival iracundo que controla la posibilidad de iniciarle juicio político.
Eduardo Cunha, el poderoso presidente de la cámara de Brasil, enemigo jurado de Rousseff, ha sido acusado por la procuraduría general de aceptar millones de dólares en sobornos en el creciente escándalo de corrupción de la petrolera estatal Petrobras.
También es la persona que podría someter a votación el que se adelante un juicio político contra la mandataria en la Cámara de Diputados, algo que los dos tercios de los brasileños quieren que suceda de acuerdo con recientes encuestas.
«Dilma está caminando sobre la cuerda floja sin red de protección», dijo Eliane Cantanhede, uno de los analistas políticos más reconocidos de Brasil que escribe en el diario Estado de S. Paulo y la cadena de televisión Globo. «Nadie sabe lo que Cunha va a hacer, y esta situación es un arma de doble filo para Dilma».
Cunha, un confeso obstruccionista de importantes reformas económicas y políticas que Rousseff busca aprobar en el Congreso, se debilitó luego que fiscales federales lo acusaran la semana pasada de corrupción, lo que «puede ser bueno para Dilma, ya que está perdiendo el respaldo político que tenía para sacar adelante el juicio político», dijo Cantanhede.
«Pero como es una figura debilitada, también se convierte en un terrorista suicida de carácter político, porque nadie sabe lo que va a decir los fiscales», agregó. «Nadie sabe lo que él sabe».
AP