Víctor Montiel, presidente de la junta directiva de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana, coincide con Oliveros, y toma como ejemplo para ilustrar esa realidad el precio de combustible. “Un litro de gasolina cuesta 0,75 centavos de dólar en Bogotá, en una bomba en cualquier ciudad fuera de la capital se paga 0,50 centavos de dólar, en Cúcuta se puede conseguir en 0,25 centavos de dólar y en Venezuela el precio es de 0,005 centavos de dólar el litro”, asegura.
“Nosotros sin duda alguna estamos en contra del contrabando y lo deploramos, pero un precio así de subsidiado es un incentivo al delito”, agrega Montiel.
Explica Oliveros que por causas del control de precios el valor de los bienes se ha distorsionado, porque es calculado a 6,30 bolívares por dólar. En contraste, el tipo de cambio del dólar paralelo supera los 700 bolívares por dólar.
Oliveros se refiere a cifras registradas por Ecoanalítica, en las que se revela que 32% de la oferta de alimentos se va en contrabando y es por causa del control de precios. Asimismo, calcularon que 26% de las medicinas y 16% del combustible se venden ilegalmente en todas las fronteras de Venezuela, es decir, Colombia, Brasil y las islas del Caribe como Aruba. De este total, 60% de la mercancía se trafica ilegalmente en Colombia.
Montiel explica que en la zona fronteriza habitan un promedio de 5 millones de personas entre venezolanos y colombianos. “Es una zona que en el pasado fue un solo país, es una frontera muy integrada. Claro está que con la Independencia se fijaron unos límites algo arbitrarios. Es normal ver familias que viven de un lado y trabajan o estudian del otro. Hay realidades humanas que van más allá del tema político”.
Reconoce que la frontera desde hace más de 10 años ha visto afectada su actividad comercial, pero aun así sigue siendo significativa. Se calcula que en lo que va de 2015 el comercio de productos “asciende a un total de entre 700 y 800 millones de dólares, una cifra que no es nada despreciable”, según Montiel.
En este momento Cavecol reporta que se están viendo afectados los pequeños exportadores de productos alimenticios y agroindustriales de Colombia a Venezuela.
Del lado contrario existen casos como el del carbón de Guasare que es una mina venezolana que exporta su producción cuyo transporte pasa por esta frontera porque la vía es mucho más corta para trasladar el producto. Los camiones que transportan el carbón ahora están parados. Lo mismo sucede con los productos químicos, como el plástico, que se comercian en Colombia importados de Venezuela y simplemente no están llegando.
El especialista en el tema fronterizo Félix Arellano indica que el comercio en esa zona de la frontera se hace por vía terrestre. Pero además asegura que en el caso de las pequeñas y medianas empresas la situación es más grave. “Hay varios ramos como el textil y la agroindustria que requieren mano de obra especializada y que generalmente viene de Colombia y trabaja en San Antonio. “No puede determinarse de qué lado de la frontera se sufre más o se pagan las consecuencias de este estado de excepción”.
Arellano señala que existen incluso consecuencias para el turismo en el estado Nueva Esparta, adonde llegaban vuelos charters desde Colombia por lo atractivo que resulta el tipo de cambio en este momento para los viajeros a Venezuela.
Para Arellano lo más delicado de toda la situación es la desconfianza que se está creando hacia Venezuela y las consecuencias que puede tener para el país en el contexto internacional.
Víctor Montiel, presidente de la junta directiva de la Cámara de Integración Económica Venezolano Colombiana, coincide con Oliveros, y toma como ejemplo para ilustrar esa realidad el precio de combustible. “Un litro de gasolina cuesta 0,75 centavos de dólar en Bogotá, en una bomba en cualquier ciudad fuera de la capital se paga 0,50 centavos de dólar, en Cúcuta se puede conseguir en 0,25 centavos de dólar y en Venezuela el precio es de 0,005 centavos de dólar el litro”, asegura.
“Nosotros sin duda alguna estamos en contra del contrabando y lo deploramos, pero un precio así de subsidiado es un incentivo al delito”, agrega Montiel.
Explica Oliveros que por causas del control de precios el valor de los bienes se ha distorsionado, porque es calculado a 6,30 bolívares por dólar. En contraste, el tipo de cambio del dólar paralelo supera los 700 bolívares por dólar.
Oliveros se refiere a cifras registradas por Ecoanalítica, en las que se revela que 32% de la oferta de alimentos se va en contrabando y es por causa del control de precios. Asimismo, calcularon que 26% de las medicinas y 16% del combustible se venden ilegalmente en todas las fronteras de Venezuela, es decir, Colombia, Brasil y las islas del Caribe como Aruba. De este total, 60% de la mercancía se trafica ilegalmente en Colombia.
Montiel explica que en la zona fronteriza habitan un promedio de 5 millones de personas entre venezolanos y colombianos. “Es una zona que en el pasado fue un solo país, es una frontera muy integrada. Claro está que con la Independencia se fijaron unos límites algo arbitrarios. Es normal ver familias que viven de un lado y trabajan o estudian del otro. Hay realidades humanas que van más allá del tema político”.
Reconoce que la frontera desde hace más de 10 años ha visto afectada su actividad comercial, pero aun así sigue siendo significativa. Se calcula que en lo que va de 2015 el comercio de productos “asciende a un total de entre 700 y 800 millones de dólares, una cifra que no es nada despreciable”, según Montiel.
En este momento Cavecol reporta que se están viendo afectados los pequeños exportadores de productos alimenticios y agroindustriales de Colombia a Venezuela.
Del lado contrario existen casos como el del carbón de Guasare que es una mina venezolana que exporta su producción cuyo transporte pasa por esta frontera porque la vía es mucho más corta para trasladar el producto. Los camiones que transportan el carbón ahora están parados. Lo mismo sucede con los productos químicos, como el plástico, que se comercian en Colombia importados de Venezuela y simplemente no están llegando.
El especialista en el tema fronterizo Félix Arellano indica que el comercio en esa zona de la frontera se hace por vía terrestre. Pero además asegura que en el caso de las pequeñas y medianas empresas la situación es más grave. “Hay varios ramos como el textil y la agroindustria que requieren mano de obra especializada y que generalmente viene de Colombia y trabaja en San Antonio. “No puede determinarse de qué lado de la frontera se sufre más o se pagan las consecuencias de este estado de excepción”.
Arellano señala que existen incluso consecuencias para el turismo en el estado Nueva Esparta, adonde llegaban vuelos charters desde Colombia por lo atractivo que resulta el tipo de cambio en este momento para los viajeros a Venezuela.
Para Arellano lo más delicado de toda la situación es la desconfianza que se está creando hacia Venezuela y las consecuencias que puede tener para el país en el contexto internacional.