Recordó viejas relaciones que a pesar de que ella sabía que no prosperarían se negaba a aceptarlo, aunque evidente, porque uno de los dos había perdido el interés en planes compartidos, la seducción y el afecto no se
A veces, como tanto hombres como mujeres persiguen la dicha con la persona equivocada, terminan llenándose de desengaño que los hace dar pasos equivocados para alejarlos del camino que conduce a la satisfacción plena en el amor conyugal.
Asimismo, para su sorpresa, acostumbrados a encuentros desafortunados, de repente, ignoran o se niegan a detectar las señales que indican que una relación no va por buen camino, o que tiene sus días contados, para no invertir más energía en un nexo que, sin importar cuánto se haga, poco prosperará, y así en un intento inútil sumar más decepción a causa de encuentros desafortunados.
1. Tomando decisiones
Desde hace tiempo, Leticia había estado persiguiendo la felicidad. Por momentos, había pensado que la tenía cerca pero no había sido así porque la había estado buscando de modo equivocado. Por ello había concluido que, por contradictorio que parezca, entre más insistía en conseguirla, se alejaba de ella, quizá porque no había aprendido a detectar cuándo una relación no rendiría frutos y cuándo sí lo haría.
No era una jovencita, aunque mantenía una apariencia juvenil, un largo y negro cabello, un cutis aún lozano, Leticia hacía rato que había pasado los treinta, pero esto no le importaba demasiado, había aprendido de sus vivencias lo suficiente para saber lo que en verdad quería y lo que no, a intuir aquello que un gran daño le causaría cuando le sumara más frustración.
Cuando tenía veinte años se casó pensando que esa unión iba a hacer para toda la vida, pero, a los años, descubrió que el que había elegido como compañero sentimental se había convertido en alguien tan distante a ella que no valía la pena permanecer a su lado a pesar de que una vez creyó lo contrario.
Entonces, Leticia tomó la decisión de dejar a quien había sido su pareja por años, y sentenció un adiós definitivo que la hizo más mujer, una vez que aprendió a diferenciar quién hablaba demasiado sin cumplir lo prometido, de quien pasaba de inmediato de la palabra dada a las acciones, porque entendía que entre lo dicho y lo hecho no había más distancia que el cambio verbal de un tiempo presente a uno futuro.
2. Resignada a la
infelicidad en el amor
Leticia decidió tomarse un tiempo para entender lo que pasaba dentro de ella, un chance para descifrar esa lluvia de emociones que, a veces, tomaban el aroma del temor cuando pensaba que no iba a encontrar a quien en verdad la hiciera realmente feliz. Ese sentimiento de quedarse sola la hacía actuar apresuradamente, a tomar decisiones equivocadas, a engancharse en relaciones que no conducirían a ninguna parte.
Aunque conoció Leticia a unos cuantos hombres que se convertirían en sus pretendientes; en ellos vio la palabra decepción, pues sus intenciones al no ser tan claras la hacían participar en un juego en el que ella no se debía dar por enterada pero con el que más temprano que tarde terminaría lastimada.
Después de unos cuantos intentos frustrados, Leticia pensó que la dicha no tocaría su puerta, que la felicidad no estaba hecha para ella. No obstante, el destino le tenía preparada una sorpresa que vendría cuando menos lo esperaba, justo en el momento en el que ya se había resignado a permanecer sola.
3. Cuando aparece lo
que tanto se ha deseado
Una tarde, Leticia conoció a Daniel, de mirada transparente, con ella contemporáneo. Aunque la atracción estaba presente, lo que más apreciaba de él, la dulzura con que él la trataba haciéndola olvidar cualquier mala experiencia amatoria del pasado.
Como, día a día, el amor entre los dos iba creciendo, Leticia entendió que cuando llega el amor verdadero, es natural que surja la idea de una familia, de una vida compartida y que luchar por ambos es algo que nace solo sin que haya que insistir demasiado.
Entonces recordó los hombres que la habían pretendido, que buscaban el placer a costa del sufrimiento de ella, quien era capaz de dar más de lo que podía para reivindicar la palabra amor, a veces, tan gastada que pierde su significado de incondicionalidad para perecer en la boca de quien desestima su valor
Recordó viejas relaciones que a pesar de que ella sabía que no prosperarían se negaba a aceptarlo, aunque evidente, porque uno de los dos había perdido el interés en planes compartidos, la seducción y el afecto no se avizoraban mientras las dudas sobre si había elegido la persona correcta aumentaban sembrando desconsuelo.
Señales que indican
que el final está cerca
**** Algunas señales que alertan que el final de una relación se aproxima son:
a.) Pérdida total de interés, ya dejaron de ser amigos como, por ejemplo, salen a cenar y no se hablan: cada uno está pendiente de cualquier cosa menos del otro.
b) Pérdida de empatía, ya no existe identificación con la otra persona, por eso se menosprecian o desconocen los sentimientos de la pareja.
c) Las emociones no se expresan: uno no le dice al otro lo que siente, porque ya no importa. Por eso, muchas veces, es mejor gritar o llorar que no expresar nada.
d) No se sienten como antes, ya no se divierten juntos: prefieren salir con amigos que con la pareja.
e) Pérdida de seducción: se dejan de halagar, provocando que el deseo muera.
f) Se agreden verbalmente, los insultos están presentes porque los asuntos viejos no se han resuelto o negociado, así que cualquier cosa por pequeña que sea es causa de disgusto o genera agresión.
H) La idea de un futuro juntos ya no es compartida.
¿Insistes en
relaciones
frustradas?
*** Muchas veces las mujeres insistimos con la persona equivocada sin darnos cuenta de que los caminos que llevan a la felicidad se facilitan cuando acertamos con el compañero y formamos un vínculo en el que cada quien pone equitativamente de su parte.
*** Entonces, después de unos tantos tumbos que terminan en algunas decepciones, aprendemos que cuando los sueños se quedan a medio camino es porque no pudimos detectar a tiempo que una relación estaba destinada al fracaso aunque algunas señales nos alertaran con claridad de su fina
La voz de la mujer
Isabel Rivero De Armas