Diez años de labores artísticos cumple la agrupación que dirige Vladimir Vera, con la cual ahora exhibe un espectáculo sobre cuatro tipos de violencia contra la mujer
Nadie puede negar que la parca, por accidentes o enfermedades, o la temible hampa, se encargaron de acelerar algunos procesos de cambios que en otros países son más lentos y menos traumáticos. Recordamos esto porque el tan esperado relevo dentro del teatro venezolano ya comenzó, por lo menos con el siglo XXI, y precisamente una de esas nuevas figuras que emergen es el director Vladimir Vera (Caracas, 1978), quien ahora festeja los diez primeros años de labores de su agrupación Teatro Forte. Un relevo, pues, con evidentes y positivos trabajos artísticos.
Él admite que su balance de actividades en la primera década de su agrupación lo hace a partir de las personas, porque ha tenido “el placer de trabajar con gente con grandes características de humanidad, y creo que ha sido algo positivo en mi balance”. Tras recordar que el teatro ha estado siempre en crisis desde los griegos, “por lo que no pensaba escabullirme de la crisis (económica, creativa, humana), que actualmente transitamos y que he percibido en esta década, mi Teatro Forte, como grupo que se mantiene a flote en medio de esta borrasca, es algo que me hace sentir afortunado. Y poder haber montado obras con Rajatabla y con la empresa Talento Femenino, han sido momentos de dicha como creador”.
“Mientras tenga algo que decir,
estaré rondando los escenarios”
-¿Valió la pena tanto esfuerzo?
-El arte va más allá que la vida misma. Cualquier esfuerzo que se hace en pro de la búsqueda artística es siempre un placer. Levantar un grupo de teatro con Fedora Freites, haciendo obras en dos continentes, es un privilegio. Así que en resumen diría que sí, ha valido la pena.
-¿Aprendizaje, frustración o ganas de seguir peleando?
-Aprendizaje siempre. Con cada error y con cada acierto uno se crece como creador. Frustración por hacer teatro en un país que a veces uno siente que ha dejado el teatro de lado. Ganas de seguir… no es una opción. Debemos seguir. Mientras tenga algo que decir, estaré rondando los escenarios.
“Tratar de sobrevivir”
-¿Cómo lo recibió el público, los productores o los empresarios, los colegas, las instituciones oficiales, la prensa y los críticos?
-La vida es un constante claroscuro. Me he topado con contrastes muy llamativos. Siempre el público ha tenido interés por nuestros montajes, imagino que por la controversia y la necesidad de confrontar sus tabúes en frente de una escena que tiende a no ser complaciente. He tenido productores que han sido constantes con el hecho creativo, como Gladys Seco, Jorgita Rodríguez y William López; también me ha tocado la otra clase. Los colegas, depende cada persona. Las instituciones oficiales: a veces con censuras, a veces con puertas abiertas, a veces con puertas cerradas. Los críticos: de manera variada; mi nombre nunca aparece en los listados de sus premios, pero sí me hacen críticas con comentarios positivos. Al final, uno se convierte en su propio espectador. Hago el teatro que quiero ver y esa ha sido mi constante.
-¿Dónde se quedó el cine?
-En el tintero, en la Escuela Nacional de Cine y el Centro de Diseño Digital (donde imparto clases de cine), y en las piezas audiovisuales que dirijo.
-¿Planes para los próximos diez años?
-Vivir según las pasiones que me mueven y me hacen asumir la escena como la planteo. Y tratar de sobrevivir la crisis que transitamos.
Violencia
La violencia contra las mujeres es la temática del sorprendente espectáculo “De qué hablo cuando hablo de ella”, montaje que agrupa a cuatro dramaturgos bajo la dirección de Vladimir Vera. Son monólogos sobre lo femenino, escritos por los venezolanos Gennys Pérez y Gustavo Ott, y los españoles Pablo Ley y Carlos Be. Visiones que exponen la historia de cuatro diferentes mujeres, enmarcadas por la violencia, la guerra, el poder y la sexualidad, desde la perspectiva de dos sociedades occidentales tan disímiles como la venezolana y la española, con el propósito reivindicar a la mujer, por medio de textos que reconstruyen el proceso gracias al cual las féminas se transforman en un ente voraz por el reconocimiento de su identidad como ser sexual, y por qué no, hasta político. “Si me pegas te pego” de Pérez, “Perra” de Be, “El eco de las piedras” de Ley y “Te juro que te mato” de Ott; conforman esta tetralogía que plasma la agresión física y el irrespeto psicológico, la represión política como la coerción educativa, la agresión entre la pareja o contra los niños y la destrucción militar y el desmembramiento familiar
Su primera década
Teatro Forte nace en Caracas, durante el año 2005, con la obra “Escondite” del norteamericano Paul Auster. En 2006, repite en diversas salas teatrales con “El estado de las cosas” de Neil Labute. En el 2007, estrena la pieza infantil “Ajedrez” con dramaturgia de Fedora Freites. Y entre 2008 y 2010 se mudó a Barcelona, España, donde representó las lecturas dramatizadas de “El estado de las cosas” de Labute y “La Noche Árabe”, de Roland Schimmelfenning. En 2009 estrena “Bob” (See Bob run) del canadiense Daniel MacIvor, siendo esta la primera vez que tal autor ha sido montado en escenarios hispanos, espectáculo con el cual obtuvo los premios Tespo a la Mejor Actriz y el Premio Tespo al Mejor Vestuario, otorgados por l’Unió de Actors y Directors de Catalunya. A partir de 2010, retorna a Venezuela, donde ha representado con éxito de taquilla y crítica las piezas: “Crónicas Palahniuk” (2011); “Amén” (2012); “Goya” (2013), “Ensayo sobre la sumisión” (2014), “Versus” (2014). Su director y fundador, Vladimir Vera, fue director artístico de la Fundación Rajatabla desde el año 2013 hasta finales del 2014, montando espectáculos como: “La piel en llamas”, “El fantasma de Hiroshima”, “Madame de Sede” y “La casa de Bernarda Alba”. Logró la Mención de Honor del Premio Marco Antonio Ettedgui 2013, por su labor como artista y director
EL ESPECTADOR
E.A. Moreno-Uribe
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