El divorcio se ha convertido en una fiesta. Con tortas especiales para la ocasión y todo. Planificadores de eventos, panaderos, abogados y académicos coinciden en que las «fiestas de divorcios» han ganado popularidad en los últimos años. Muchas de ellas incluyen tortas decoradas con mujeres armadas o con un glaseado lúgubre.
«Me gusta decirles ‘fiestas de la libertad’, en las que uno no celebra el fin de un matrimonio sino la libertad que ha elegido para su vida», expresó Richard O’Malley, planificador de eventos de Nueva York que organizó un festejo por el que una mujer pagó 25.000 dólares.
Michal Ann Strahilevitz, profesora de mercadotecnia de la universidad Golden Gate de San Francisco, ha asistido a varias de estas fiestas y las considera parte de una tendencia más amplia.
«La gente organiza fiestas para celebrar el hecho de que le revelan a sus padres o amigos que son gays, o para celebrar el cumpleaños de una mascota. Los sobrevivientes de cáncer festejan cada año que pasa sin que reaparezca la enfermedad. Ha habido un gran aumento en las cosas que los estadounidenses celebran con una fiesta», dijo.
¿Por qué no celebrar un divorcio?, se pregunta Steve Wolf, quien vive cerca de Austin, Texas. Wolf celebró su separación con su ex, en una fiesta que dieron ambos y que incluyó una torta sin gluten, de limón, la preferida de ambos, cocinada por ella.
Wolf, padre de tres niños, dice que el fin de su matrimonio fue una separación amistosa y muy pensada. La fiesta, afirmó, puso punto final al matrimonio y fue particularmente importante para los hijos.
«Queríamos hacer algo que reflejase que el divorcio no era tanto el fin de nuestra relación sino el inicio de otra forma de relación como padres y socios comerciales», declaró Wolf, cuya exesposa trabaja con él en su empresa de efectos especiales para películas.
«Cortamos la torta juntos, como lo hicimos cuando nos casamos 10 años atrás», añadió.
En Orlando, Florida, el repostero Larry Bach recuerda haber hecho hace ocho años una torta con motivo de un divorcio para una mujer a la que 18 meses antes le había hecho una torta de bodas.
«Me dijo ‘tu torta de bodas fue lo mejor de mi matrimonio»’, relató. «Hicimos una torta invertida, que cae encima del novio. Repetí ese diseño varias veces. Creo que es algo saludable. Cuando mi hermana se divorció hace 25 años, ella y mi madre entraron en un período de luto. El divorcio era algo de lo que te avergonzabas por entonces».
La abogada de asuntos familiares Jennifer Paine, de Ann Arbor, Michigan, estima que las tortas para divorcios reflejan una nueva forma de encarar el fin de una relación.
«Es la última cita del divorcio, cuando ya todo el proceso traumático ha quedado atrás», comentó. «Antes uno festejaba con amigos. Hubo una época en la que se enviaba una tarjeta anunciando el divorcio y luego se iba a Las Vegas. Ahora se ofrecen fiestas».
La repostera Lisa Stevens, de Tampa, Florida, dice que hace una torta para divorcio una vez al mes, lo que representa un incremento respecto al año pasado.
«Les decimos tortas de la libertad. La primera la hicimos hace unos seis años. La pidió un tipo. Tenía un novio con el corazón roto», recordó. «Ahora trato de usar decoraciones con un tono más positivo».
Duff Goldman, chef y propietario de reposterías en Baltimore y Los Angeles, dice que lleva una década preparando tortas para fiestas de divorcio y que hace una al mes, término promedio.
«Nos encanta darle un toque positivo a lo que puede ser un momento muy tenso», expresó Duff.
El primer cliente grande que ordenó una torta para divorcio llegó hace dos años, dijo O’Malley. Es la mujer que pagó 25.000 dólares por un salón caro, con cocteles, cena, brindis y una banda de ocho miembros. Lució un traje blanco, aunque no el de su boda.
«Decoramos el salón como una capilla y el padre la esperó al final del pasillo para recuperarla, en lugar de entregarla», dijo O’Malley.
La dama de compañía que se quedó con el bouquet hace ocho años se lo devolvió, agregó.
«Esto es algo que uno no tiene que lamentar, como la boda», destacó O’Malley. «No es algo de lo que alguien tenga que avergonzarse».