Faizul Hasan Quadri no es emperador ni millonario pero hace cuatro años que le levanta a su esposa fallecida un Taj Mahal, un panteón con rostro similar al universalmente famoso pero rasgos menos esbeltos, en el que reposar juntos para que nunca nadie se olvide de ellos.
Cuando al emperador Shah Jahan se le murió en 1631 su mujer Arjumand Bano lloró su pérdida levantando el Taj Mahal, en una inversión descomunal de riqueza para contar con los arquitectos más destacados de la época y emplear los materiales más preciosos y nobles dando como resultado una de las maravillas de la humanidad.
Casi cuatro siglos después, otro musulmán, Faizul, se gasta a sus 80 años todo el dinero que ganó como funcionario de correos en ladrillo y hormigón armado para construir un mausoleo en el que enterrar el cuerpo de su esposa Tajammuli, la tristeza de su pérdida y una pena que se llevó su mujer a la tumba.