El sábado en horas de la mañana, José Luis Vargas, en su camioneta Lux Dmax, salió con su hermano José Vladimir y su sobrino para el pueblo de Sarare, a buscar los alimentos de los animales, fueron hasta La Miel y recorrieron varios sectores porque no conseguían. A horas del mediodía volvieron a llegar a la parcela.
Cuando José Vladirmir se bajó de la camioneta para abrir el portón, José Luis observó que venían un grupo de entre siete y ocho hombres, todos vestidos de negro, con capuchas sobre su rostro, algunos con chalecos antibalas, tenían guantes negros, portaban armas cortas y armas largas.
Los hermanos Virguez Vargas caminaron hacia la casa con las manos en alto, al igual que su sobrino. Al llegar a la vivienda ya estaban tirados en el piso los tíos y la madre de los hermanos.
José Luis, visiblemente afectado y con lágrimas en los ojos, explicó que escuchó una detonación y de pronto su hermano cayó a un lado. «Ninguno de nosotros había dicho nada; solo dispararon. Yo me agaché, lo abracé y vi que me lo habían matado. Mi mamá no paraba de llorar”.
Los sujetos revisaron a cada uno de los presentes. A unos les llevaron sus billeteras; a otros los despojaron de sus teléfonos celulares y se quedaron con las llaves de la camioneta . Como llegaron se fueron: se perdieron entre la montaña.
José Luis Virguez indica que salió al pueblo a buscar ayuda y un guardia nacional le comentó que no podía moverse. «Mientras nos tienen cuidando cola matan a la gente trabajadora”, dijo el militar. Al joven le tocó ir hasta el fuerte Terepaima para notificar lo sucedido.
Funcionarios del Cicpc fueron al lugar. Un disparo en la espalda acabó con la vida del agricultor quien deja dos hijos huérfanos de padre, uno de ellos menor de edad.
El hermano comentó que desde hace tres meses han estado asaltando parcelas cercanas, pero jamás imaginaron que se meterían de esa forma allá.
Vía El Impulso