Multitudinario recibimiento a los campeones de América en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía
Como se lo merecían, los campeones del baloncesto de América fueron recibidos antenoche en Maiquetía por una multitud, que incluyó a los “Héroes de Portland” Carl Herrera, Omar Walcott y Víctor David Díaz. El primero de muchos homenajes, luego de una gesta que puso, por encima de todo, el sentimiento colectivo, y generó enorme alegría en todos los venezolanos.
No faltaron “asomados”, por supuesto. Pero es que la proyección de lo hecho por los “Conquistadores de México”, en representación de un país que no abunda en éxitos de conjunto, es natural que movilice mucha gente. El Concejo Municipal de Chacao, por cierto, inició el mismo lunes los reconocimientos con el tuyero Grégory Vargas, quien viajó adelantado. Y en ellos es preciso incluir a personas e instituciones que contribuyeron.
Pero, a lo que íbamos. No deben escatimarse elogios, pero asimismo poner las cosas en su sitio, asimilando la experiencia de Portland, cuando la emoción se desbordó y llegó a excesos que mediatizaron la primera participación olímpica con detalles que no vale la pena recordar. Pero sí tener en cuenta.
Esta vez hay más tiempo (aquello fue casi de inmediato), un año por delante, para planificar, con ponderación, ya sosegados los ánimos. Porque el compromiso en Río de Janeiro es de primera importancia y lo justo es que si ya el proceso en desarrollo va dando resultados, se debe seguir cosechando, ir por logros superiores.
En primer plano está el caso Greivis Vásquez. Ya la Federación, por boca de su presidente Carmelo Cortez (el punto clave en las objeciones del NBA) ha dicho que la federación tiene las puertas abiertas para él. Vale reconocer esa actitud abierta al diálogo, sin retaliaciones que coarten el derecho a protestar o a denunciar lo que se considere incorrecto. En cuanto a Vásquez, la pelota está en su cancha y, si sus quejas tienen fundamento, debía precisarlas más para aclarar definitivamente las cosas. Se conoce, además, su buena disposición a vestir la camiseta.
Hay tiempo, eso sí, para buscarle solución al impasse, sin posiciones radicales como algunas escuchadas en el sentido de que se vete al jugador. No son pocos los casos en que atletas se rehúsan a formar parte de una selección, por diversas razones, sin que les impida ser considerados cuando estén en condiciones de hacerlo. Es su derecho.
Tampoco puede pretenderse hoy, a un año de los Juegos Olímpicos, que a Río “tienen que ir” los mismos doce que estuvieron en México, absurdo también escuchado en estos días de euforia. Hay que esperar y abrir el compás, pues en el camino pueden surgir otros candidatos y quienes lograron la hazaña también deben ganarse nuevamente el puesto. Es lo justo, y de entrada hay otros nombres que deben ser considerados (allí está, para nombrar uno solo, el de Ánthony Pérez, a quien solo los compromisos estudiantiles le impidieron ir al compromiso en tierra azteca).
Coordinar con la temporada de la LPB, el programa de preparación (que, insistimos, debe incluir trabajos específicos con algunas individualidades), y los partidos de fogueo, que en casa se facilitarán por dos motivos: muchos equipos olímpicos pasarán por Maiquetía, o cerca, y podrán jugar en el país; de otra parte, el éxito atrae, como han mostrado ya Estados Unidos y China para realizar amistosos (no retos) con Venezuela.
A celebrar, pues. A reconocer el exitoso esfuerzo de nuestros basquetbolistas. Pero a no perder el rumbo, porque el proceso está en marcha. Y hay que seguir trabajando.
No fue Scola!!!
¿Qué duda cabe en torno a que Luis Scola fue el mejor jugador del Preolímpico de baloncesto celebrado en México? Pero no fue el Más Valioso, aún cuando Fiba Américas le haya entregado el galardón.
Quizás los parámetros para este tipo de elección ya están escritos, quizás quienes votaron quedaron deslumbrados por el trabajo de Scola; pero no valoraron en su justa medida lo realizado por el base venezolano Heissler Guillent.
Quizás en Fiba Américas decidieron salomónicamente al colocar a Guillent en el mejor quinteto de la competencia y darle a Scola el premio al MVP. Pero esa decisión no refleja lo sucedido. Ni de cerca.
Si bien Scola fue el mejor jugador del torneo (por lejos), demostrado juego a juego, exquisito debajo del aro, un monstruo en los rebotes, fue Heissler Guillent que más influyó en las victorias de su equipo, y sobre todo en las victorias en semifinal ante Canadá y en la final ante Argentina, actor principal de la medalla de oro alcanzada por Venezuela. ¡Nada menos..! La misma cara de Scola, al momento de escuchar el anuncio de su premio, expresó el asombro de todos los amantes de este deporte y sobre todo de los venezolanos.
Lo de Guillent fue una gesta, bien premiada por hacer el quinto abridor del torneo junto a cuatro NBA, pero finalmente menospreciada por no tener el nombre de uno de los más grandes basketeros de la historia.
Es realmente repetitivo decir que Scola fue el mejor jugador de la competencia, pero además el hombre superó a Oscar Schmidt en juegos y puntos en la historia de los torneos de Fiba Américas, que ya es decir bastante.
Pero no fue el Más Valioso, así de sencillo. En esta oportunidad, Guillent no pudo romper los paradigmas que siguen quienes hacen este tipo de votaciones, pero vaya que los dejó boquiabiertos con un juego alegre, agresivo, tan espectacular.
Armando Naranjo
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