Todos los convocados por Néstor García cumplieron su labor en la conquista del título preolímpico de baloncesto
GRÉGORY VARGAS: fue uno de los líderes y de los más brillantes. Su velocidad y control del balón desequilibraron incluso a los duchos defensas argentinos; muy útil en defensa (marca, ayudas, robos) y en “las chiquitas” fue decisivo por su aplomo el cobro de los tiros libres ante Argentina y Canadá en los segundos finales.
HEISSLER GUILLENT: revelación internacional. Nervios de acero, anotó cestas en momentos clave, incluso una desde media cancha. Enloqueció con su dribble, “cross over” y juego de pies, que le abrieron lanzamientos en la pintura ante los gigantes del torneo. Y para mandarse al aro sorprendiendo a todos.
JOSÉ VARGAS: anduvo flojo en puntería, y ello quizás restó, a la vista, su eficiencia en otros órdenes del juego, esos que no aparecen en los números. Defensa, manejo en el perímetro, rebotes oportunos y liderazgo como capitán del elenco.
JOHN COX: el artillero más consistente. Llamó la atención por su habilidad para procurarse disparos, encajó en el sistema y aportó en el manejo y en la defensa, en rebotes en los dos lados.
DAVID CUBILLÁN: otro cuya contribución se vio menos pues anduvo debajo de sus porcentajes habituales de tiro. Precipitó algunos, quizás buscando dar lo que se esperaba en puntos, pero de todos modos fue importante por su manejo, ímpetu y agilidad en la defensa.
DWIGHT LEWIS: de los que salía del banco para cambiar los partidos gracias a su habilidad ofensiva. Y sus aptitudes y físico le ayudaron a ser importante en tareas de manejo, ataque y marca.
JAVINGER VARGAS: pocos minutos, como debutante poco jugado, pero más que las recibidas en su equipo local. Enseñó la puntería que le hará importante en el futuro de la selección y pudo mostrar virtudes que le ganaron oferta del extranjero.
NÉSTOR COLMENARES: bregador como pocos, incansable. Le tocó fajarse con los gigantes, que le superaban en tamaño pero no en coraje, en determinación. Un león en los dos tableros, fue de los de mayor regularidad y de los que empujó al grupo.
WINDI GRATEROL: Creció a medida que avanzaba el torneo y fue vital en la zona donde el cuadro es más débil, en los tableros. Peor igualmente desequilibró con sus tiros largos, que combinó con entradas al canasto de mucha seguridad y flotadores imparables. Defendió con éxito frente a gigantes.
MIGUEL RUIZ: Otra revelación. Salto natural impresionante, que puede repetir hasta lograr la posesión porque tiene un “tiempo” que “no se aprende en la escuela”. Cuando desarrolle el trabajo de los pies en la pintura se perderá de vista. También recibió ofertas de Suramérica.
MIGUEL MARRIAGA: con problemas por lesiones, sin su mejor forma, debió ser sustituido rápidamente casi todas las veces que inició. Pero su trabajo defensivo contra un monstruo como Scola estuvo fuera de lo común. Eso solo le valió la inclusión.
CÉSAR GARCIA: debutante, recibió pocos minutos, pero demostró que encaja y repetirá en la selección. Es a los “Conquistadores de México” lo que Víctor David Díaz a los “Héroes de Portland”.
EL CHE: Extraordinario trabajo. Primero en la preparación, estableciendo un sistema y convenciendo a los jugadores de su capacidad para ejecutarlo. Y luego en el manejo milimétrico de los partidos: cuando había que ajustar defensas u ofensivas, en los tiempos muertos y las rotaciones. Impecable. Y pensar que su mentor, Julio Toro (“su maestro”, lo llama El Che) afirma que le falta para alcanzar su techo…
A la distancia es difícil precisar el aporte de los asistentes. Pero es bien conocida la sapiencia de Nelson Solórzano, su experiencia y aplicación, bien aceptada por García. Aparte de la condición de “amuleto” que le endilgaron por su condición de uno de los protagonistas de la hazaña de Portland 92. Y de Daniel Seoane, ya con una buena experiencia –enlazó este proceso con el de Musselman- hay muy buenas referencias sobre sus virtudes en el “scouteo” de los equipos rivales, cosa vital en la preparación de los partidos.
Armando Naranjo
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