Toby Valderrama y Antonio Aponte | Aporrea.org
La reunión en Quito hay que recibirla con aplausos, los dos Presidentes se vieron las caras, hablaron y consiguieron detener la escalada del conflicto que la improvisación y la iracundia habían hecho estallar. No es poco construir una oportunidad de rectificación, una vía para la convivencia.
Muchas son las enseñanzas en este último mes: los gobernantes deben aprender que un país es una nave muy grande cuya conducción requiere estudio y el difícil equilibrio entre la discusión colectiva y la decisión individual. Las decisiones sin discusión, apresuradas, sin pensar previo, no conducen por rumbo seguro. Y deben entender que un pequeño error puede traer consecuencias inmensas cuya solución llevará
años.
Ya el conflicto va tomando la vía de la negociación que nunca ha debido abandonar, se reconocen los problemas, se considera su solución, las partes se dan tiempo. Ahora nos toca a nosotros recoger la xenofobia y el guerrerismo derramados.
El primer paso es reconocer que el problema existe y que fue exacerbado por los errores del gobierno, no ayuda la actitud de negarlo y querer taparlo con actos que más bien lo evaden.
El problema está allí y es grave, las declaraciones incendiarias están allí, la Asamblea Nacional tocó tambores de guerra en la frontera, las acusaciones tremendas quedaron en el ambiente. No será tarea de un día, habrá que tomar medidas estudiadas, reflexionadas, no se puede caer de nuevo en el efectismo, en la inmediatez.
Con el guerrerismo es más complicado, la guerra es un gran negocio de los capitalistas, quizá el mayor; el complejo militar industrial se está frotando las manos, los negocios se le asoman jugosos. Pero, además, la guerra, la solución violenta, siempre es una tentación, para ella se prepara en el capitalismo a la sociedad. La solución represiva de los problemas es propia del capitalismo, no puede tener soluciones humanistas, su naturaleza fraudulenta no se lo permite. Con guerra resuelve sus diferencias de mercados, con represión acalla las protestas de los expropiados, con violencia pretende arreglar los problemas sociales que él mismo crea.
Este gobierno ha caído en la tentación de resolver los problemas con represión, el olp es una pequeña guerra, todos los días se dan los partes contra un enemigo que justifica el operativo y ¡también justifica el cierre de frontera! Ese error se cometió (se comete) y no soluciona nada negarlo. La xenofobia, su espíritu fue derramado, los guerreristas están alzados, piden acción. La situación reclama medidas de fondo, discusión, estudio, «patear» los libros, la historia, no es asunto de improvisación. Los problemas que tenemos, los nuevos y los viejos, las relaciones con las oligarquías vecinas y entre los habitantes de este país sólo se podrán resolver en la medida que avancemos al Socialismo. Mientras permanezcamos en la socialdemocracia (pareciendo pero no siendo) mientras el capitalismo nos arrope, el egoísmo guíe la vida y la violencia las soluciones, no habrá salida a nuestros problemas, seguiremos sin reconocernos hermanos, siendo lobos del hombre, sólo atinaremos a poner pañitos calientes a los problemas que surgirán cada vez con más fuerza.