Nunca pensé convalidar la idea de que con los adecos y copeyanos se vivía mejor, porque nunca les voté y soy un creyente del tiempo futuro. Hoy, no me queda más remedio que rendirme a la evidencia
Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán *
Pasan los años, pasan los días, pasan las horas y las rutinas de una cotidianidad insufrible se repiten sin mayor variación, por el contrario, hay nuevas amenazas, sorpresas inesperadas de éste revuelo en que se ha convertido la sociedad venezolana en franco proceso auto-destructivo y cuyos niveles de hostilidad ya son proverbiales.
El ciudadano es víctima de un engendro social cuya premisa es el socialismo. Un socialismo francamente burlesco y contrario a todo su significado ennoblecedor y humanista. El socialismo a la venezolana es la representación de un fracaso diluviano, un atentado a los derechos humanos más elementales. Lo que antes funcionaba lo ha dejado de hacer, y lo que ahora existe es la minusvalía de los comportamientos cívicos. Adicionalmente, se nos ha instalado el cinismo. Nadie es responsable de nada. Las culpas se trasladan y la impunidad campea. Los protagonistas del desastre actual tienen la desfachatez de querer seguir reinando bajo las ruinas.
Nunca pensé convalidar la idea de que con los adecos y copeyanos se vivía mejor, porque nunca les voté y soy un creyente del tiempo futuro. Hoy, no me queda más remedio que rendirme a la evidencia. Padezco como todos los mismos problemas: cortes del servicio eléctrico, racionamiento del agua, robo a mano armada de mis bienes, colas para adquirir los vitales alimentos y medicamentos (cuando se consiguen). Salario insuficiente, con todo y que soy un Profesor Universitario Titular, para pagar los bienes y servicios de mi núcleo familiar en el día a día.
Cada día que pasa tenemos que lidiar con las malas noticias. Que empezó el año escolar y las escuelas no están acondicionadas o sufrieron robo. Que el contrabando de gasolina ya no sólo es culpa de las mafias wayuu sino de los mismos gerentes de PDVSA que la trafican en cargueros de alto tonelaje. Que la justicia en Venezuela permite la existencia de presos políticos y de conciencia. Que asaltaron a los plácidos espectadores de una sala de cine llevándose más de 200 celulares. Que el crudo venezolano se desplomó hasta los 40$ y que el dólar negro se cotiza en 718 bsf. Para rematar, condenan a Leopoldo López a 14 años de presidio siendo inocente, y con ello le preparan el camino expedito hasta Miraflores.
El santo Job, paradigma de la paciencia, está siendo encarnado hoy por millones de venezolanos. Los indignados cada día son legiones y ya nos estamos cansando de un maltrato social convertido en habito deshumanizador. Las próximas elecciones serán una especie de punto de quiebre para revertir éste descenso a los infiernos. Para volver a recuperar las virtudes de una civilidad perdida.
* Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ