No se le conoce un plan a ese «majunchismo», no sabemos cuál es su proyecto país. ¿Qué importa? Lo de ellos es exacerbar la crítica y alimentar sus «falsos positivos», sin hacer nada, como siempre
La oposición venezolana no se quedará tranquila hasta provocar otro derramamiento de sangre con el único objetivo de derrocar a Nicolás Maduro sin importar los «daños colaterales».
Es el discurso de algunos voceros que así lo tienen ya predeterminado, en la antesala de una nueva campaña comicial, la cual, según el calendario del Consejo Nacional Electoral (CNE), arranca oficialmente el 13 de noviembre para culminar el 3 de diciembre.
Eso nos indica que serán 21 días durante los cuales habrá que «echar el resto». Nunca antes fueron tan decisivas unas elecciones parlamentarias.
Leyendo a un conspicuo opositor, en el diario Últimas Noticias, bajo el apocalíptico título de «Mortandad Pos-6D» irremediablemente recuerdo el video aquel del 11 de abril de 2002, donde los militares que se le alzaron al presidente Hugo Chávez, denunciaban «varios muertos» sin que aún eso hubiese ocurrido. Pues bien, ha comenzado la función. La tarea ahora es crear el ambiente de miedo y zozobra. Muy extraña esta «dictadura», que permite cosas como esa y nada pasa.
La «oposición oficial», como ahora se categoriza, estaría luchando contra «otra» más cruenta y violenta, que sigue encarnando el ex alcalde de Chacao, y que dirigiría las acciones después del 6 de diciembre de 2015. Desde luego, todo está sujeto al resultado electoral que cada actor en disputa se atribuye como favorable: uno apoyado en los errores y omisiones del gobierno bolivariano; otro en el errático y díscolo desempeño de la oposición, sin liderazgo ni fuerza en los sectores populares. Se juega a un desenlace reñido, en un escenario de alta abstención, objetivo de ese discurso de miedo.
No se le conoce un plan a ese «majunchismo», no sabemos cuál es su proyecto país. ¿Qué importa? Lo de ellos es exacerbar la crítica y alimentar sus «falsos positivos», sin hacer nada, como siempre. La cómoda oposición, pese a todo, sigue teniendo millonarios recursos que financian el plan mediático internacional de desprestigio del país.
El ex candidato presidencial Henrique Capriles hace panfletarios y populistas programas vía «Periscope», el último juguete tecnológico de twitter, y nos muestra que de vez en cuando se da su «bañito» de pueblo, ganándose corazoncitos en la nueva red social. Desde esa herramienta lanza elocuentes llamados a la calle, tomándose «selfies» con sus seguidores bajo el lema «Cuenta Regresiva 6D». Todo con miras a alimentar ese ambiente de caos y favorecer la violencia de lo cual sólo nos salvará un fulano «movimiento de movimientos».
Cuando recientemente el presidente colombiano Juan Manuel Santos, acusó a su amigo Álvaro Uribe Vélez de «manipular el miedo de la guerra» frente a los diálogos de paz con las FARC-EP, no dudamos que ese también (y de nuevo) sería el modus operandi de nuestra criolla oposición.
No es casual que en las colas de los automercados la arenga venga por ese lado. El discurso artero y violento de esos que de pronto hacen un alto en sus compras para, teatralmente, quejarse e insultar de viva voz a Nicolás Maduro, es la campaña electoral que están haciendo. Ya lo hemos presenciado. La gente que oye ese discurso, cansada de buscar productos, aguanta callada, soportando la escalada frenética de precios, el acaparamiento, la escasez; la inseguridad. Esa gente calla, llega a su casa y después reflexiona.
El pueblo bolivariano sigue resistiendo pero es necesario que quienes toman las decisiones escuchen la crítica con humildad y accionen en consecuencia. Nos consta que la mayoría está buscando alternativas para, incluso, cambiar estilos de vida y renunciar a ciertos placeres del capitalismo que antes nos subyugaban, como buenos consumidores que hemos sido y que seguimos siendo. Pero hay quienes no tienen tan fuertes sus convicciones y pudieran no comprender lo que está sucediendo. Quizás ese sector de compatriotas necesite, de manera urgente, nuevos incentivos para seguir adelante. Guerra avisada…
Luisana Colomine
aporrea.org