Pegar temprano y con fuerza

 Jake Arrieta, Dexter Fowler y Kyle Schwarber hacen soñar a los aficionados de los Cachorros de Chicago

Pegar primero. Y temprano. La fórmula funcionó para los Astros en Yankee Stadium, y para los Cachorros en el PNC de Pittsburgh, donde otro certero trabajo de Jake Arrieta desde el montículo recibió apoyo madrugador de dos cuadrangulares que silenciaron la tribuna y encarrilaron al comodín de la Liga Nacional.

Arrieta copó la escena. Hizo honor a su condición de pitcher más ganador de la temporada y se mandó un juegazo de 4 hits, 11 ponchados, sin bases por bolas. Los primeros cinco innings, en especial, fueron una joya, abriendo con strike a 14 de 15 bateadores, envalentonado y con el aval de que, cuando sus compañeros le dieron un respaldo mínimo de 3 carreras, dejó un 16-0.

Le bastaron a los Cachorros los dos primeros bateadores, Dick Fowler y el novato Kyle Schwarber, en noche grande de 3 hits el primero y 2 el segundo. Apenas abriendo el juego, Fowler soltó incogible, robó segunda y Shwarber lo impulsó con otro petardo.

Dos innings más tarde la fórmula fue parecida, con la notable diferencia de que el joven de 22 años, llegado apenas el 16 de junio a las grandes ligas, descargó un batazo descomunal, por lo alto y largo, que envió la pelota por encima de la grada del right-center, a 450 pies, a reposar en el lecho del rio Allegheny. Por si no fuera suficiente, Fowler cerró la agresión dos innings más tarde, con otro cuadrangular.

Si después la ofensiva de Chicago no se sintió, la defensa se encargó del trabajo en el sexto y séptimo, fabricando par de matanzas dobles, una de ellas con bases llenas, ante un Arrieta que asomaba debilidad. Sin embargo, allí tomó un “segundo aire” para liquidar sin apremios octavo y noveno.

Un conato de tángana –los clásicos dogouts vacíos- cuando Arrieta fue golpeado por el relevista Tony Watson (envió directo al cuerpo, distinto a los dos pelotazos que dio el de  Cachorros a Cervelli y Harrison, pelota escapada) y terminó con la expulsión de un exaltado Sean Rodríguez, que descargó su frustración tomando un recipiente de agua como pera de boxeo.

En Chicago, es inevitable, sueñan. Se recuerda que desde 2003 habían perdido sus nueve intentos de postemporada e, incluso, de la maldición aquella que les tiene más de 100 años sin serie mundial. Sin embargo, les toca una “tarea de indio” que comienza hoy ante los Cardenales, el equipo con más victorias en la temporada.

Armando Naranjo
donarmandonaranjo@gmail.com
@DonArmandoN

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