Los administradores de un enorme edificio de apartamentos de lujo en Panamá que porta la marca Trump expulsaron a la empresa de Donald Trump meses atrás, entre acusaciones de mala gestión, gastos excesivos y bonificaciones no reveladas que los ejecutivos se pagaron a sí mismos.
El virtual golpe de Estado en el Panama City Trump Ocean Club, el edificio más grande de Centroamérica, ofrece un vistazo al funcionamiento del imperio de negocios del más prominente de los precandidatos republicanos a la presidencia de Estados Unidos y al estilo de manejar las cosas que podría esperarse si Trump llega a la Casa Blanca.
La transparencia y la atención a los gastos no son su fuerte, pero sí exprimir al máximo el lenguaje contractual.
Ya sea al hacer frente a los banqueros de Wall Street, enfrascándose en debates con sus rivales republicanos a la presidencia o dirigiendo una asociación de condominio, Trump ha promovido sus intereses aprovechando su reputación descomunal, astucia y energía.
En una entrevista, el hijo de Trump, Eric, desestimó las acusaciones de mala gestión diciendo que eran solo un intento orquestado para mancillar la reputación de los triunfos de la familia Trump. Calificó al proyecto de “un emblema increíble y, francamente, un gran testimonio de Estados Unidos”.
Construido con la forma de una vela de barco abierta por el viento, el edificio es reconocido como uno de los más bellos de Panamá. Los visitantes pueden disfrutar de bebidas en el piso 65, con todo y una piscina sin borde aparente que parece flotar en el aire, con el océano al fondo.
“Estoy orgulloso de haber desarrollado este rascacielos extraordinario”, dijo Trump en un folleto promocional de 2007, que incluía la promesa de construir “una marca histórica en América Latina y el Caribe”.
Via AP