Sigo insistiendo que debemos llenar una gran vacío existente en el sistema educativo de Barlovento, desde educación inicial hasta la universitaria… más conocemos los autores ajenos a nuestra historia regional que a nosotros mismos, a los de nuestra tierra…y eso en verdad es una vergüenza y un apoyo directo al desarraigo de nuestra identidad
El poeta Antonio Acosta Márquez, quien nació en la comunidad rural de San Antonio, Municipio Páez, llenó un vacío que habían dejado Juan Pablo Sojo y Pedro Laya en el campo de la poética barloventeña.
Márquez fue invitado a algunas universidades de Estados Unidos, Europa y el Caribe. Andaba con su barloventeñidad en la lengua. Su libro titulado “Yo pienso aquí… donde estoy” (1977), no fue editado en Venezuela, por lo cual el poeta Márquez expresó: “Me llena de profunda tristeza editar este mi primer poemario fuera de mi patria buena, fuera de mi gente. Lejos de los bosques de mi Barlovento… Me resulta sumamente lastimoso no haberlo editado en mi país, donde nacieron estos versos. Donde ellos vinieron hasta mi para que les rimara con el canto sublime y melancólico de la soisola. Con el sonar bullanguero del mina y el son contagioso del tambor, que al ligarse con el canto sentimental de la fulía, me hicieron amar más a mi tierra, para darle un poco de mi…”.
Ese libro no lo pudo publicar en Venezuela, sin embargo, logró editarlo en Medellín, Colombia… pero como dijera Alí Primera: “Con mucho tiempo ocupando un pequeño espacio en la gran ciudad siempre voltea la cara hacia el lugar de donde viene el ancestral olor del cacao y el lujurioso almizcle que emana de la fiesta de San Juan”.
Por su carácter de hombre entregado a la lucha contra las injusticias y su extracción obrero-campesino, dejó correr en sus versos la dolorosa situación de su comunidad en su poema Ocaso de Barlovento:
“Montañas vírgenes
cacaotales
El viento sopla
en los cocales
Sonrisa de un negro
blanco los dientes
Si canta el Aruco
viene la muerte
Senderos tristes
piel enlodados
Rancho de palma
negro angustiado
Si el Mina no suena
no hay curveta
Ya el negro no canta
triste se acuesta
Se desbordan los ríos
siembra inundada
El negro agricultor
no tiene ni azada
Sin el tamborero muere
muere el velorio
Los zancudos rondan
el dormitorio
Ya no canta nadie
no hay alegría
Y los negros lloran
noche tras dias
Los negros tristes
no saben reír
Mi Barlovento agoniza
se nos va a morir”.
Acosta Márquez también celebra la alegría y la negrura en su poema Canto a los barloventeños:
“Negritos barloventeños
negritos de mi país,
los de aplastada nariz
con puro sabor costeño
Negrito como el carbón,
alegres y dicharacheros,
de origen muy parranderos
y de un gran corazón.
Desde Caucagua a Juan Día,
se ven por los caminos
cantando versos a lo divino
Cantando mina y fulía
algunos se ven sufriendo
con tristeza y amargura
frente a la miseria dura
que allá nos va destruyendo
¡Ay negritos barloventeños!
De Río Chico y Panaquire,
desde El Guapo hasta Guatire
los ricos son nuestros dueños
Negrito de Barlovento
de piel color de carbón
ya toda mi inspiración
se va con tus pensamientos
negritos de mi región.
Sembradores, pescadores
y también agricultores
que están en mi población
gente sincera y honesta;
hijos de explotación
A los negros y negritas
de mi región querida
les ofrezco a ustedes mi vida,
de Río Chico a La Palmita
dándoles estas rimas sencillas
aunque no son muy bonitas”
Sensibilidad-cuero,
poesía-madera,
sentimiento-sonido
“Tambor” es uno de los poemas del libro de Acosta Márquez que pone en primer plano la relación sensibilidad-cuero, poesía-madera, sentimiento-sonido. Esta obra que emergió de la profundidad del alma del poeta dice:
“Tambor sonoro
del negro inspiración
No sabes cuanto te quiero
tambor de mi corazón.
Tambor que llevó en mi sangre
como poesía
y canción.
No sabes cuanto te quiero
¡Cuánto te quiero tambor!
Acelerador de sangre,
tradición de raza oscura;
tambor
que viene de donde
el sol da luz más pura.
Tambor
barloventeño
hijo de manos africanas,
sudor
de negros costeños
en tierra venezolana”.
Desarraigo de nuestra identidad
Hace ya algún tiempo se fue de estadía física de estas tierras. Pudo viajar a Cuba gracias a unos poetas, Joel James y Nacy Morejón, ambos cubanos, para tratar de curarse un cáncer que le aquejaba. Sé que con el historiador Ramos Guédez mantuvo un espacio en Radio Nacional durante un tiempo reivindicando nuestras historias de cimarrones.
Sigo insistiendo que debemos llenar una gran vacío existente en el sistema educativo de Barlovento, desde educación inicial hasta la universitaria… y esa insistencia es que no hay un directivo universitario o la zona educativa de Miranda que se sensibilice por colocar en las bibliotecas de esas instituciones, o la red de bibliotecas del estado Miranda, a nuestros autores de Barlovento. Más conocemos los autores ajenos a nuestra historia regional que a nosotros mismos, a los de nuestra tierra…y eso en verdad es una vergüenza y un apoyo directo al desarraigo de nuestra identidad.
Alí Primera lo admiró
A lo largo de las páginas de su libro “Yo pienso aquí donde …. estoy”, éste poeta barloventeño con sus manos callosas expresa su rechazo al racismo, la explotación y las desigualdades sociales precisamente en la época de la llamada “Venezuela saudita” (1973-1984). El poeta Acosta ha escrito también “Lo que aprendí del pueblo”, “Noche de Mina y Tambor” “Palo y Martillo”, aún sin publicar.
De Acosta Márquez, el cantautor venezolano Alí Primera expresó: “Briquiti-pri, Quiti pri-Quitipri, Quiti pri, como tambores que repican al compás del corazón de la tierra barloventeña. Así es la ingenua y pura poesía de Antonio Acosta Márquez. Es ella lo ritual, es lo humano…Nada es tan hermoso como lo sencillo y, esto, es la esencia vital de este poeta popular”.
La voz de Afroamérica
Jesús “Chucho” García
e-mail: jesuschuchogarcia@gmail.com