Astrónomos británicos han detectado un sistema estelar en el que una enana blanca, un cuerpo similar al Sol en la última fase de su vida, está desintegrando los restos de al menos un cuerpo planetario rocoso con una composición química similar a la de la Tierra, publica la revista Nature.
A partir de imágenes del telescopio espacial Kepler y otros observatorios terrestres, investigadores de la Universidad de Warwick (Reino Unido) han identificado fragmentos de roca que orbitan la estrella WD 1145+017, con periodos de entre 4,5 y 4,9 horas.
La mayoría de los exoplanetas descubiertos hasta ahora orbitan alrededor de estrellas de la secuencia principal, aquellas que se encuentran en una fase estable en mitad de su vida activa.
Los cuerpos detectados por Andrew Vanderburg y su grupo, en cambio, giran en torno a una estrella moribunda que ha agotado su combustible nuclear, se ha contraído de forma dramática y está desmenuzando los cuerpos que todavía orbitan a su alrededor debido a la alta radiación y fuerza gravitatoria.
Las enanas blancas son cuerpos de enorme densidad, en los que una masa similar a la del Sol queda reducida a un volumen similar al de la Tierra.
El tránsito de los objetos identificados por los investigadores británicos llega a bloquear 40% de la luz que emite la enana blanca, a cuyo alrededor se ha formado un disco de partículas con elementos pesados como magnesio, aluminio, calcio, hierro y níquel.
Los científicos creen que ese polvo se ha generado en el último millón de años a partir de choques entre cuerpos rocosos como asteroides y planetas de pequeño tamaño, un escenario que podría ser similar al que vivirá el sistema solar dentro de millones de años, cuando el Sol agote su combustible.
Cuando eso ocurra, el Sol se convertirá en una gigante roja y se expandirá más allá de las órbitas de Mercurio y Venus -los científicos todavía debaten si la Tierra será engullida por la estrella-.
Más adelante, el astro perderá gran parte de su masa original y tomará la forma de una enana blanca, un proceso que desestabilizará las órbitas de los demás planetas del sistema y podría provocar choques entre ellos.
Según los modelos actuales, algunos de esos planetas quedarían reducidos a fragmentos rocosos similares a asteroides y, si están cerca de la superficie de la estrella, formarían sobre ella un disco de polvo con composición química similar a la del cuerpo original, tal como se ha observado en la enana blanca WD 1145+017. EFE