En el marco de la coyuntura electoral en que se desenvuelve el país, el imperialismo como eje ductor opositor del gobierno bolivariano tiene activada su estrategia desestabilizadora en varios escenarios de lucha: por una parte, la guerra económica; la guerra psicológica y mediática y su brazo político, se apresta a participar en el proceso electoral pero dejando abierta la salida permanente a la vía insurreccional
Desde la asunción de Chávez al poder político, el imperialismo no ha cejado un instante en su empeño por derrocar al movimiento bolivariano; con este propósito ha apelado a los más disímiles mecanismos e intentonas, por supuesto, todas fracasadas
En días recientes alcanzamos a leer en la web YVKE, portal de Radio Mundial, una nota extraída de la web de filtraciones Wikileaks, que tantos sinsabores le ha causado a los círculos de poder imperialistas, por las denuncias de las felonías y perversos despropósitos que el imperialismo, en los últimos años, ha orquestado en contra de los pueblos y de los gobiernos del mundo que no se someten a sus designios.
Dogma neoliberal
La nota-denuncia en cuestión revela que” la política exterior de Estados Unidos contempla un plan que incluye golpes de Estados y magnicidios para mantener el dogma neoliberal”, particularmente, hacia Latinoamérica.
En esta región, desde la década de los ochenta, la política washingtoniana logró instaurar en los círculos académicos y gubernamentales los conceptos neoliberales de austeridad, libre comercio, privatización y debilitamiento del sector estatal como principios rectores de la gestión pública, a través de la acción ejercida por los “Chicago Boys”, jóvenes economistas latinoamericanos que regresan a sus países después de estudiar y adoctrinarse en universidades estadounidenses.
Con este sustrato conceptual lograron imponer en el Continente, con la honrosa excepción de la digna Cuba, toda una estela de gobiernos sumisos que se hacían eco del pensamiento neoliberal para servir a los intereses imperiales y someter a los pueblos nuestroamericanos a una situación de despojo y de pronunciada pobreza.
Anillo de protección
Esta nefasta realidad comenzó a cambiar, en los umbrales del Siglo XXI , con la insurgencia, en Venezuela, del movimiento bolivariano liderado por Hugo Chávez, cuyos efectos redentores se proyectaron por todo el territorio continental, abriéndose de esta manera , en nuestros pueblos, una etapa de rescate de la soberanía y dignidad nacionales y de las riquezas naturales, con la instauración de gobiernos progresistas que supieron identificar en el bienestar de sus pueblos su centro de atención primordial.
Creándose con esta ola emergente revolucionaria todo un sentimiento popular de solidaridad regional y la constitución de un amplio anillo político y moral de protección de gobiernos progresistas que le hace eficaz resistencia a los embates imperiales y de sus desaprensivos acólitos locales.
Venezuela apetecida
Pero, frente a esta situación crecientemente adversa, el imperialismo, obcecado y soberbio como es, no se da por vencido, y ha venido ejecutando una estrategia desestabilizadora tendente a derrocar a los gobiernos progresistas de América Latina y el Caribe.
En este sentido, es conveniente resaltar lo expresado, recientemente, por la asambleísta ecuatoriana María Augusta Calle, en declaraciones concedidas a Radio del Sur, en las que “denunció que Estados Unidos ha destinado dos mil millones de dólares a la desestabilización de países de América Latina”.
Y por supuesto, es evidente, que esa campaña que, en los últimos meses, se hace sentir con marcado empeño, en Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Nicaragua, El Salvador y que ya tuvo, hace unos años, sus efectos perversos en Honduras y Paraguay, tiene, indiscutiblemente, su centro de atención y de operación en la Venezuela Bolivariana tanto por sus ingentes riquezas energéticas tan apetecibles para la decadente economía y civilización estadounidense como, por ser, guía y modelo para los pueblos que luchan por su dignidad y redención no sólo de América Latina sino del mundo entero.
Desde la asunción de Chávez al poder político, el imperialismo no ha cejado un instante en su empeño por derrocar al movimiento bolivariano; con este propósito ha apelado a los más disímiles mecanismos e intentonas, por supuesto, todas fracasadas. Y ahora, con Nicolás Maduro, al frente de la nación venezolana, esa campaña desestabilizadora ha arreciado, hasta el punto que han sido 31 meses de ataque y acoso sistemático, en las que ha combinado todas las formas de lucha, legales e ilegales, faltando sólo por apelar, de su espectro intervencionista, a las fórmulas de la invasión directa de sus marines o la incentivación abierta a la guerra civil, fórmulas estas activadas, en tiempo presente, en otras regiones del mundo.
En el marco de la coyuntura electoral en que se desenvuelve el país, el imperialismo como eje ductor opositor del gobierno bolivariano tiene activada su estrategia desestabilizadora en varios escenarios de lucha: por una parte, la guerra económica, real y acuciante, desatada a través de su brazo económico; por otra parte, la guerra psicológica y mediática desarrollada por su brazo comunicacional y el tejido social de las apátridas ONGs y, por otro lado, con su brazo político, se apresta a participar en el proceso electoral pero dejando abierta la salida permanente a la vía insurreccional, que es, en última instancia la recurrencia que tienen prevista para acceder al poder al costo de lo que sea.
Dos hechos de pronósticos
Dos hechos acontecidos en los últimos días ilustran fehacientemente este pronóstico, en primer término, la ilustrativa conversación recogida en el video ampliamente difundido, en el que dos panas, el Chicago Boys, Ricardo Haussman, inductor directo del plan de ajuste neoliberal puesto en práctica por el segundo y nefasto gobierno de CAP y el pelucón de Lorenzo Mendoza, jefe supremo de Empresas Polar, quien se reconoce como activador de la guerra económica en contra del gobierno y del pueblo venezolano, manifiestan la disposición de ir a las horcas caudinas del FMI, a endeudar a la Patria, vendiendo sus activos y su gente.
Y, en segundo término, la negativa del brazo político, la mentada MUD, de firmar el acuerdo sugerido por el CNE para que los factores políticos concurrentes en el proceso electoral expresaran su disposición a reconocer los resultados electorales cualquiera ellos sean; al no firmar dejan abierta la puerta para cantar fraude y de allí a saltar, la madrugada del lunes 7, a la consabida guarimba insurreccional, hay sólo un paso.
Notas paralelas
Miguel Ugas