Carlos Giménez sigue vivo gracias al espectáculo que Aníbal Grunn está exhibiendo desde hace una década
Desde el 13 de octubre de 2005, el teatro venezolano cuenta en sus anales con un creativo y estrujante espectáculo, escrito y actuado por Aníbal Grunn, bajo la égida de Carlos Arroyo. Se trata de “A tu memoria”, presentado en la sala Altosf, para cerrar el XV Festival Internacional de Teatro y Títeres en las Comunidades de Caracas (Fetcom) 2015, el pasado 26 de octubre.
“A tu memoria” se hizo para que nadie pueda olvidar la historia del teatro venezolano y a todos los artistas que lo hicieron posible a lo largo de los cuatro siglos que le achacan (algunos afirman que solamente son 200 años y meten hasta Simón Bolívar en la fábula), hay que de vez en cuando hacer montajes memorables sobre sus vidas y sus tormentos. De lo contrario, a nivel mediático, se estará siempre comenzando, creyendo que el teatro llegó ayer por avión y que la “estrellita” que ahora dice cuatro zoquetadas en el escenario es lo máximo y jamás visto antes.
Preservar la memoria de los ausentes es vital para cualquier proceso cultural o político. Ignorar el pasado de una disciplina artística es cortarle sus alas y reducirla a una simple actividad dominical, como algunos quieren hacerlo creer con sórdidos fines transculturizadores o simplemente como unas líneas de un mísero funcionario en un informe de gestión. Por supuesto que es mucho más fácil ignorar que estudiar y tener así en cuenta a los valores que nos precedieron.
Cinco décadas
Venezuela tiene que crecer y para ello la memoria es la vitamina obligatoria. Es por eso que el popular teatrero Aníbal Grunn (Aníbal Enrique García Belardinelli, Bahía Blanca, Argentina, 1947 tras estrenarlo en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas (ahí funciona ahora la Universidad Nacional de las Artes) ha ido recorriendo escenarios nacionales e internacionales, porque “A tu memoria” es un espectáculo con múltiples lecturas, donde fácilmente se puede deducir que es un homenaje al ausente Carlos Giménez, o que simplemente exhibe un melodrama de frustraciones y mezquindades muy típico del mundo teatral, el cual solo puede mostrarlo alguien desde muy adentro.
Nosotros vimos a Aníbal Grunn por vez primera durante la temporada de 1976, plasmando a un personaje desnudo en “El círculo de tiza caucasiano”, de Bertold Brecht, bajo la férula de Ugo Ulive, en la sala Alberto de Paz y Mateos. Desde entonces no ha parado y es ahora que, para festejar sus cinco décadas en los escenarios, ha escrito y actuado “A tu memoria”, donde, según él, hace un especial homenaje al teatro y en especial a esos seres mínimos o grises que han sido los segundones, pudiendo haber sido los protagonistas, porque precisamente sin ellos no hubiese subido el telón y el drama o la comedia no se hubiese desarrollado. ¿Alguien se imagina al Quijote sin su Sancho Panza?
Seis personajes en duermevela
En “A tu memoria”, Aníbal Grunn muestra a un mínimo hombrecito que, en esa larga duermevela que sigue a los funerales de los amigos, evoca al ausente: un director o un gran actor a cuyo lado soñó, disfrutó y hasta amó como nunca. Interpreta a seis personajes claves en igual número de espectáculos que realizó el ahora ausente pero siempre presente teatrero. Para los que hemos visto cómo los teatreros han producido sus artes escénicas, durante los últimos 46 años, no nos es difícil identificar ahí a los patrones de la vida real que Aníbal Grunn ha utilizado para componer su angustioso y existencial espectáculo. Pero no así.
Aníbal Grunn los ficcionó a todos ellos y lo que el público identificará es a un Bolívar en su soledad final, mientras añora a Manuela; o al coronel desesperado porque no llega la carta que le anunciará su pensión y se salvará así de vender a su gallo… y otros tantos personajes que matizan a esas patéticas angustias de los artistas latinoamericanos, como a ese mítico Próspero que reitera aquello de que los seres humanos estamos tejidos de la misma tela que los sueños y que nuestra corta vida se cierra con un sueño.
Los que vivimos más de cerca el ciclo vital de Carlos Giménez (1946-1993) nos deleitamos al volver a ver a los personajes claves de su bitácora artística con el grupo Rajatabla, al cual fundó y comandó durante 22 años. Pero hay algo más que eso. Y de ahí la grandeza del trabajo de autoría y de la entrañable y desgarradora actuación lograda por Aníbal Grunn. Lo anecdótico fenece ante el peso de la historia angustiada de ese solitario hombrecito, que ahora ya no será nada ni nadie al perder al ser para el que trabajó -odió y además amó durante largas décadas.
Evocación a Carlos Giménez
“A tu memoria” podrá ser interpretado como una evocación a Carlos Giménez -dos largos lustros pasó Aníbal Grunn en Rajatabla-, pero también es la saga de un peón del teatro que exorciza a sus fantasmas, apoyado, con sobriedad, por un prudente director y hábil gerente como es Carlos Arroyo, líder de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa, productora de este espectáculo que viaja en una maleta y necesita algunas humildes sillas para adornar la escena o acompañar a ese mágico hombrecito que el símbolo del fiel amigo que no quiebra sino con la muerte misma, del Sancho Panza que sobrevive.
Para nosotros, “A tu memoria” es el primer intento que se hace para poetizar, teatralmente, el paso de ese “huracanado argentino” que fue Carlos Giménez, aunque otros podrán decir lo contrario. Lo único cierto es que serán estremecidos por lo que les llega desde la escena.
Han pasado ya diez años y nadie ha mostrado algo similar, precisamente ahora que el fundador de Rajatabla ya es un personaje de las leyendas urbanas caraqueñas, un fantasma que genera polémicas insólitas con ciertos textos de Brecht o Ibsen solo porque él lo hizo antes y mejor.
¡Qué importa… somos como los sueños!
Gracias a la vida
Aníbal Grunn, como tantos otros inmigrantes sureños que llegaron a Venezuela en los años 70, trajo únicamente dos mudas de ropa, cuatro libros y montones de proyectos. A 40 años de su desembarco, tiene más libros y mucha ropa, además de una notable saga de labores útiles en pro del desarrollo cultural del país, realizadas desde los escenarios, los estudios de televisión y los platós cinematográficos. En mayo de 2010, por razones de «salubridad», física y espiritual se fue a vivir a Guanare y se incorporó completamente a la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa y a todo el movimiento teatral de ese maravilloso estado llanero. “La vida me ha hecho un privilegiado, voy a cumplir 50 años de vida artística y son 50 años haciendo lo que me gusta. ¿No es para darle gracias a Dios? Es que si digo gracias a la vida, pensarán que estoy versionando la canción de Violeta Parra”