Con o sin Noel Chita Sanvicente, la Vinotinto enfrenta la posibilidad de cambios, está obligada a mejorar, para tratar de recuperar el espacio perdido en la eliminatoria
Vistos los resultados -y el desarrollo de cada juego-, así como los graves problemas internos que atraviesa la selección venezolana de fútbol, se hacen imperativas decisiones radicales, aunque la propia Federación, debilitada como está, no ofrezca muchas garantías para ello.
El ciclo de Noel Sanvicente ha desatado los demonios en el sector. Son repetitivas las consideraciones sobre la falta de identidad, sobre los errores que tantas ventajas conceden y a ello se agrega la declaración del jefe del cuerpo técnico, reveladora de lo que era comentario general sin confirmación oficial: su mensaje no ha calado en los jugadores, hay un profundo malestar en el camerino: así no hay equipo que pueda integrarse.
La revisión, desde luego, debe ser general.
Si el técnico tiene gran responsabilidad, que no elude, tampoco debe hacerse demagogia desconociendo la que corresponde a los jugadores.
Esa falta de espíritu, como comentaba Cristóbal Guerra, ese desempeño sin el extra acostumbrado, no obedece solamente a dudar de la estrategia, independientemente de que esta crisis desnuda lo mal que anda el fútbol, con un torneo mediocre y muchos jugadores actuando en el extranjeros, sí, pero, a qué nivel? Hay mucho más, como lo demuestran los aplausos en ruedas de prensa y ciertos disparatados «análisis!», dicho sin desconocer bien razonados comentarios de buenos profesionales. Que también los hay.
A estas alturas, la mayoría de quienes rompían lanzas por el seleccionador están esperando su renuncia, y a ellos se une, por supuesto, buena parte de las «viudas» del ciclo anterior, más preocupados por reivindicar a César Farías que por el futuro de la Vinotinto. Otro lunar del sector.
Continúe o no Sanvicente, se imponen objetivos realistas.
Faltan muchos partidos de la eliminatoria, es cierto, pero no debemos seguir engañándonos con quimeras. Es preciso, con respecto a la selección, pensar a largo plazo y reiniciar el trabajo, convocando a los jugadores comprometidos, lo que no excluye a algunos de los actuales.
Pero también es precisa una revisión a fondo de toda la estructura futbolística, en particular de un circuito profesional agigantado artificialmente con 20 equipos, en su mayoría sin la solvencia necesaria, en lo económico y lo futbolístico.
Por lo demás, la eliminatoria ha sido tan accidentada que hasta Puerto Ordaz como sede merece un revolcón. Si vendieron todas las entradas, tantos claros en la tribuna indican que la jugada electorera resultó como será seguramente el 6 de diciembre: recibir las dádivas y hacerse los locos.
Y a esperar la decisión de Conmebol, que seguramente aplicará los reglamentos (los mismos utilizados con las críticas hacia la FVF) para sancionar ese disparate tercermundista de poner música durante el juego intentando silenciar el » y va a caer…»
Armando Naranjo
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