EL turquino manto estrellado de la Copacabana, como algunos personajes del pueblo lo llamaron, con el trasfondo de un proceso aculturador propio de los pueblos indígenas posee un gran valor para la memoria histórica de la ciudad de Guarenas
Nos encontramos a pocos seis años de la conmemoración de los cuatrocientos años de una ciudad perteneciente a la etnia Caribe con sus caciques Guaimacuare y Aramaipuro, nuestros indígenas Chagaragotos al frente de una lucha anticolonialista por la defensa del territorio, en la que mas pudo la fuerza de la imposición de una cultura externa y el despojo violento de la tierra para fundar más adelante, en 1621 a este pueblo bajo el prisma de la doctrina cristiana, utilizando como advocación a la Copacabana.
Raíces indígenas
La advocación de Nuestra Señora de la Copacabana tiene raíces indígenas cuyo enlace se encuentra en el proceso colonizador de América. Con la colonización se genera un proceso de aculturación antagonista, mediante el cual una cultura dominante somete a la cultura primaria (la cultura indígena) adoptando los complejos de rasgos culturales impuestos, pero, generando grandes antagonismos y contradicciones en el seno del proceso civilizador. Proceso que aparentemente se resuelve cuando la cultura dominada adopta los medios culturales impuestos más no los fines últimos (el significante o simbólico) de la cultura dominante.
Es común en todo cambio sociocultural que nuevos medios culturales se adopten para robustecer los ya existentes, y a veces con el designio bien específico de resistir la adopción obligatoria del grupo dominante, en este caso, la española.
Frente a esta imposición se elaboran a nivel mental un conjunto de mecanismos defensivos que permiten resistirse a la incorporación de nuevos ítems culturales, generando en definitiva un doble registro de la realidad tanto a nivel consciente como inconsciente. Una forma de este tipo de resistencia es ejemplificada con el proceso evangelizador (ideologización) de los misioneros de forma “pacífica”.
Aquellos indios que no fueron repartidos bajo el régimen de encomienda debido al constante enfrentamiento con los españoles, fueron divididos y agrupados en núcleos de población, viviendo aislados y con cierta autonomía, pero siempre bajo la autoridad de sus propios alcaldes y alguaciles. Durante el período colonial se llevaron a cabo gran número de reducciones de indios, con el objeto de mantener el control sobre ellos y garantizar así la instrucción religiosa (proceso de ideologización), con ayuda del cura doctrinero. Pocas veces pudo avanzarse con él más allá de un sometimiento, siempre rechazado, o de un adoctrinamiento aparente, aceptado como autodefensa. Guarenas como muchos otros pueblos sometidos al proceso colonizador no escapó de este escenario, y dejó como herencia la devoción a la Virgen de la Copacabana.
Francisco Tito Yupanqui
Dentro de este contexto se presenta un indígena descendiente de los Incas conocido como Francisco Tito Yupanqui quien desea hacer una imagen del culto mariano para propagarlo y lograr la conversión de otros. Seguido por la fe en lo sobrenatural plasma en una escultura la visión “…de una señora de dulce y grave aspecto, vestida de amplio manto que le caía en numerosos pliegues…”(1) Lucas G. Castillo Lara. Nuestra Señora de la Copacabana de las Guarenas.
Cuenta la historia que sus pocas habilidades en el esculpido de figuras lo llevan hasta el Potosí con la idea de adquirir las prácticas necesarias logrando con ayuda de otros artistas la imagen de la Virgen. Es así como esta imagen de Copacabana se convierte en patrona (y como un representante simbólico alienante) de ese pueblo indígena transfiriéndole cualidades simbólicas (los significantes) propias de las culturas indígenas como es el culto al clima, la lluvia, la sequía y en su conjunto a la gran Madre Tierra proveedora de la vida.
Del Potosí llega a Venezuela una replica de la imagen la cual fue colocada en la iglesia de San Pablo en Caracas, y escogida para llevar a cabo la fundación de Guarenas como advocación a la Virgen María llamándolo Nuestra Señora de la Copacabana del Valle de Guarenas.
Ese turquino manto estrellado de la Copacabana, como algunos personajes del pueblo lo llamaron, con el trasfondo de un proceso aculturador propio de los pueblos indígenas posee un gran valor para la memoria histórica de la ciudad de Guarenas, porque resulta un elemento identitario de nuestro acervo cultural integrado por una concurrida homilía, la tradicional calenda recorriendo las principales calles, la procesión de la imagen para veneración de sus fieles y las grandes retretas. Todo este conjunto inscrito en un contexto social, cultural e histórico han permitido determinar parte de nuestra cultura popular.
La adopción
Pero, ¿cómo nos hemos venido empoderando de esta celebración y adoptándola como símbolo de una cultura transformadora? Nuestra cultura como muchas es el resultado de múltiples contactos y aportes, por lo tanto la hace dinámica y abierta a nuevos elementos culturales y a la búsqueda de soluciones a los problemas que se presentan. Sin embargo, es primordial el acceso a su continuidad para tener un acervo histórico que nos deje entender quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes queremos ser, y dicha reconstrucción no debe girar en contra de nuestra nacionalidad sino del mantenimiento de una actitud de conservación y de mantenimiento para garantizar la continuidad de la misma y de todos los bienes que conforman su acervo histórico y cultural.
Una esperanza
Esperemos que esta nueva celebración rumbo al aniversario cuatricentenario de la Copacabana sirva para rescatar y fortalecer los valores simbólicos de la Virgen, patrona de los guareneros.
Lic. Noraya Pérez Díaz
Historiadora /Cronista
Municipal de la Ciudad