Aunque muchos creen que es poco frecuente, cada vez aqueja más a los hombres la falta de erección que tiene múltiples causas, como estrés, hipertensión o diabetes. Si ocurre más de un veinticinco por ciento de las veces, es una disfunción que terminará afectando la relación conyugal hasta ponerla en peligro.
Cuando la entrega sexual culmina con las ganas tan presentes como al principio, con la mirada perdida de alguien que espera algo que nunca recibe, la unión sentimental se verá amenazada. Tanto un tratamiento médico adecuado, como mucha comunicación, tolerancia y comprensión, se necesitará para conseguir significativas mejoras en la intimidad sexual de quienes sufren de esta difusión sexual.
1.Ascenso que afecta la vida conyugal
Martha, loca de amor, se había casado con Roberto. Llevaba su cabello color café tan largo que le llegaba a la cintura. Tenía una hermosa silueta y unos ojos verdes que despertaban deseos de amar en muchos hombres. Él era alto, fuerte, de cabello negro y ojos color miel, y de buen muy carácter. Amaba a Martha con todo su corazón. Ella le correspondía con la misma devoción.
Roberto, administrador de profesión, trabajaba en un banco. Como era dedicado en su trabajo, pronto lo ascendieron, lo cual fue bueno para la economía familiar, pero, por contradictorio que parezca, no para la vida conyugal, porque, justo ahí, con Martha, comenzaron las dificultades que pusieron en riesgo aquella relación que ante los ojos de los demás lucía tan sólida como una roca.
De repente, la situación cambió para mal. Entonces, cuando Roberto y Martha empezaban besarse con esa pasión abrumadora que causa estragos en la piel, y él la acariciaba, acto seguido, ella deseaba que él la poseyera, pero, extrañamente, contra todos los pronósticos, Roberto perdía la erección, mientras que su compañera se quedaba con las ganas contenidas, medio confundida y malhumorada, sin entender qué pasaba, mientras, sin su consentimiento, los malos pensamientos penetraban su mente atormentándola.
2.Sospechas de infidelidad
Martha comenzó a preguntarse sí había dejado de ser atractiva para su esposo, lo cual no era cierto porque Roberto la seguía viendo como la mujer más hermosa que había conocido y la que despertaba más deseo en él. No obstante, aunque la deseaba tanto como ninguna otra, no podía complacerla.
Pensaba Roberto que aquello que lo aquejaba se trataba de algo transitorio pero, al contrario, más bien aquello fue empeorando, transformándose en una permanente pesadilla, porque su virilidad se veía empequeñecida, una vez que su mujer quedaba insatisfecha, después de cada encuentro sexual cuando él era incapaz de apagar el fuego que él había despertado.
Aunque, en un principio, Martha no quería pensar mal de su marido sino entender lo qué le estaba pasando, no podía, su mente comenzaba a volar, a temer que él estuviera con otra mujer y que por eso no la deseara, a creer que la pasión que los arropó hasta llevarlos, al unísono, al mismo éxtasis ya no existiera, por falta de amor y deseo, o quizá de la temida infidelidad.
Roberto, para evitar una vergüenza más, empezó a negarse a tocar a su mujer. No quería volver a quedarle mal y tener que inventar otra excusa, cuando su repertorio comenzaba a acabarse, mientras ella no podía evitar cuánto esto la inquietaba hasta hacerla sufrir demasiado, para, entre lágrimas, concluir que su relación era mejor terminarla de una vez, pues la intimidad sexual entre ellos había desaparecido convirtiéndose solo en un bonito pero lejano recuerdo.
Así transcurrieron los días, las semanas, los meses, sin hablar del gran asunto que los aquejaba. Roberto se entregó a su trabajo, por lo que llegaba tarde a su casa. Martha trataba de esperar su llegada, pero caía rendida del cansancio, así que, cada vez, se alejaban más uno del otro, ambos presintiendo una separación que no deseaban, y ella menos que él pues lo amaba a pesar de que no sabía ni tampoco intuía lo que pasaba.
3.Acertado consejo
Martha, entre lágrimas, le contó a su amiga Aurora lo que Roberto y ella estaban viviendo. Aurora no podía creer que aún Martha no hubiese tenido una conversación sincera con Roberto, así que le sugirió que hablara francamente con él, para evitar una separación definitiva, y averiguar qué los estaba aquejando hasta hacerlos dudar del amor que un buen día los había unido.
Siguiendo el acertado consejo, esa noche Martha le pidió a Roberto que conversaran. Primero, él no quiso ser honesto, debido a que esa contrariedad lo llenaba de vergüenza, pero cuando vio el rostro de su mujer lleno de lágrimas, le explicó que no sabía qué le pasaba, cómo, de repente, perdía la erección, aunque la deseaba como nunca antes lo había hecho con otra mujer.
Después, se confesaron que se amaban, que el uno había nacido para el otro. Por todo esto, decidieron buscar ayuda profesional, para salvar ese vínculo que estaba en peligro, aunque no por falta de amor.
En resumen, Roberto se sentía con una responsabilidad para la que aunque intelectualmente estaba preparado; físicamente, lo había afectado, una vez que se llenaba de un estrés que cuando llegaba a su casa le causaba estragos, mientras su presión arterial se encontraba excedida, a causa de una ansiedad desmedida que controlaba tomando sedantes que le afectaban su rendimiento sexual hasta impedirle hacer el amor con Martha.
Para quienes están en esta circunstancia:
Más que esconder un problema de erección, es necesario comprobar si hay una condición de salud óptima, ya que si no se cuenta con ella, seguirá manifestándose, cuando estrés y ansiedad, diabetes o hipertensión arterial, entre otras enfermedades, causen estragos en el desenvolvimiento sexual.
Lo más importante es sincerarse con la pareja para juntos encontrar una posible solución que estará en manos de un especialista, y no en un producto mágico que prometa un inmediato resultado, y mucho menos en el tiempo cuando al repetirse por meses se transforma en algo frecuente.
Por: Isabel Rivero De Armas / isabelrivero70@hotmail.com