Un triunfo rotundo de la unidad democrática abriría la puerta a un nuevo poder legislativo con muy urgentes tareas para reconstitucionalizar el país
Hoy la Constitución es violada, no accidentalmente, ni por simple negligencia, sino porque desde el poder se considera que es un obstáculo para imponer su dominio político estatista absoluto.
Son enemigas de la “revolución” la constitucional separación de poderes, la Fuerza Armada apartidista, las alcaldías y gobernaciones que impiden “todo el poder para las comunas” (partidistas, sometidas al Ejecutivo con asignación discrecional de dinero), la educación plural con responsabilidad de los padres, las universidades autónomas y la empresa y la propiedad privada que la Constitución defiende.
Por eso en 2007-08 el chavismo decidió sustituir la actual Constitución por otra totalitaria a la cubana. Afortunadamente fueron derrotados, pero no respetaron esa derrota y en la práctica han seguido imponiendo leyes y decisiones anticonstitucionalmente.
El artículo 333 de la Constitución dice que, cuando esta es violada, todos los venezolanos tenemos el deber de colaborar decididamente en su restablecimiento: “Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (Art. 333).
Cumplamos el deber para rescatar la Constitución y el país de un desastre mayor. ¿Qué medios pacíficos y constitucionales tenemos para iniciar un vigoroso proceso de restablecimiento de los principios hoy violados? Por ahora ninguno más importante que la masiva votación en las elecciones del próximo 6 de diciembre, de inmensa trascendencia para el futuro del país.
Un triunfo rotundo de la unidad democrática abre la puerta a un nuevo poder legislativo con muy urgentes tareas para reconstitucionalizar el país y enderezar todas las violaciones, empezando por los presos políticos…
Al mismo tiempo, una derrota importante le dirá al gobierno que el país abrumadoramente quiere que el Ejecutivo abandone el modelo económico-social y político, estatista y totalitario que ha traído miseria con quiebra de la producción, inflación desbocada y empobrecedora, desabastecimiento desesperante, un déficit fiscal asombroso, con una corrupción e impunidad increíbles y…
Si la gran mayoría del país exige cambio, el gobierno no tendrá más remedio que abandonar el insensato y fracasado modelo. De eso están convencidos hasta los chavistas pensantes. Desde el comienzo mismo del nuevo año (si no antes) el Ejecutivo tendrá que enfrentar los cambios sin los cuales Venezuela no podrá salir del actual desastre, sino que se hundirá más.
El régimen lo sabe y por eso está extremando todas las maniobras y abusos de poder a fin de torcer la voluntad democrática y deseo de cambio que se respira muy fuerte en el país: han inhabilitado, cambiado en las circunscripciones, inventado tarjetas y otros modos de confundir a los votantes, coaccionan y amedrentan; por lo que se han disparado las alarmas nacionales e internacionales. De ahí la decidida y muy concreta carta a la Presidenta del CNE por parte Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos, OEA, donde, de manera precisa, hace un recuento de las trampas que el Consejo Nacional Electoral debe evitar, impedir y perseguir, si quiere cumplir con su obligación de árbitro electoral que garantiza la igualdad, confiabilidad, imparcialidad, transparencia y eficiencia, exigidas por la Constitución (art. 293).
También la Iglesia Católica está en alerta y sus autoridades episcopales acaban de convocar a una nueva actitud espiritual despierta y activa para recuperar la paz y la esperanza en Venezuela.
Esperanza de cambio para que la política y la economía funcionen centradas y ordenadas hacia la persona humana y no sometida al poder político y económico. Convocan a una gran jornada de oración en todas las iglesias, capillas y a personas, pidiendo “la sabiduría e inteligencia espiritual que necesitamos para construir una patria donde se conviva pacíficamente en la tolerancia y el respeto mutuo”. Frente a la triste pérdida de esperanza, oración y acción, pondremos todo nuestro esfuerzo y responsabilidad para hacerla realidad democrática.
Luis Ugalde, S.J.