¿Cómo se revirtieron los pronósticos que vaticinaban como invencible a la maquinaria gubernamental? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero sucedió
La noticia de las elecciones presidenciales argentinas ha traído cola. En realidad lo hace desde mucho antes, cuando se comenzó a perfilar lo que se jugaba: la continuidad del proyecto kirchnerista, que había estado al frente del país por más de doce años, o un cambio de rumbo a manos de una nueva alternativa.
La gente se decidió por el cambio encarnado en Mauricio Macri. Argentina vio por primera vez que los comicios presidenciales se decidieran en una segunda vuelta, lo cual fue una prueba de fuego para la institucionalidad del país.
Y vale la pena poner la lupa sobre los reacomodos que hubo en esta segunda vuelta.
El hecho de que en la primera, el oficialista Daniel Scioli haya ganado por un margen tan estrecho, abrió la esperanza para la coalición opositora, que logró capitalizar el descontento generado por el desgaste del prolongado mandato de los Kirchner y remontar la cuesta para vencer, por estrecho pero indudable margen.
¿Cómo se revirtieron los pronósticos que vaticinaban como invencible a la maquinaria gubernamental? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero sucedió. Y no se debe tratar de un milagro, ni de un acto de magia –aunque de que vuelan, vuelan- sino más bien de una conjunción de propuesta y trabajo por parte de la gente de Macri, aunado al ya mencionado desgaste del prolongado mandato de Kirchner y señora.
Porque esa es una verdad incontrovertible, que a muchos políticos de oficio les cuesta aceptar: los liderazgos se desgastan, los ciclos de poder no se pueden prolongar indefinidamente. La propuesta política que hoy toca a su fin en la nación sureña, tuvo su momento, lo vivió y lo agotó. Llega el momento de pasar la página y es mejor aceptarlo. Punto a favor para la presidente que sale: haber entendido que una despedida elegante es la mejor manera de asegurarse la posibilidad de un regreso.
Hay otros puntos que destacar, como por ejemplo el que Macri, exitoso alcalde de Buenos Aires antes de aspirar a la presidencia, haya sumado voluntades a su alrededor para poder superar –aunque por poco- a estatura del poderoso partido gobernante.
Toda victoria debería implicar modestia; pero muy en especial la que conlleve márgenes estrechos. Y por otro lado, toca ser inclusivo y amplio al gobernar, ya que el gobierno saliente que pasa a ser oposición, cuenta también con un capital de votos nada despreciable.
Capital que, esperamos, tampoco sea sobrevalorado por los seguidores de los Kirchner, y que se entienda la dimensión exacta de hacer oposición, sin caer en tentaciones de estorbar al gobierno que se inicia, como una posible estrategia para allanarse el camino de regreso a la Casa Rosada.
Renunciar al poder no es fácil, y menos cuando se ha ejercido durante tanto tiempo, porque genera costumbre. Los medios internacionales reflejan que los diálogos para la transición gubernamental, si bien secos y tensos, se han mantenido en los parámetros de la institucionalidad, como debe ser.
Sobre su política exterior, dijo que intentará mantener buenas relaciones con todos, aunque no comparta los criterios de algunos. Esperemos que así sea y que el gobernante a estrenarse tenga como norte los usos de la buena diplomacia, que aleja de los excesos y anima a la convivencia pacífica, es lo más sensato que se puede hacer; aunque sin duda el cambio de signo en los gobernantes, reacomodará las relaciones de la nación albiceleste.
Sobre este asunto, al igual que sobre otros tantos temas que atañen a la conformación de un gobierno, puede arrojar pistas la manera como respondió Macri al ser consultado sobre su ideología, en la cual rechazó amoldarse a cánones tradicionales: «Nuestra ideología es resolver, es hacer, lo definiría como un desarrollismo moderno del siglo XXI».
Muchos interpretan la victoria de Macri como la llegada de vientos de cambio al continente. Los cambios siempre son bien recibidos, especialmente cuando la situaciones han estado estancadas por mucho tiempo. Aún es temprano para vaticinar le alcance y la dirección de esos cambios, hipotéticos, pero que sin duda sucederán. En todo caso, el mundo, y especialmente América Latina, miran a Argentina y a su nuevo presidente.
Violencia de Género
El Día Internacional contra la Violencia de Género logró, el pasado 25 de noviembre, importantes convocatorias en diversos países, para manifestar contra un tema que no se puede callar y que debe ser gritado a los cuatro vientos.
El abuso físico y psicológico contra la mujer debe tener espacio en las agendas gubernamentales del mundo entero para poder contribuir a atajar una inaceptable realidad que aún sigue cobrando alarmantes cantidades de víctimas fatales en todo el planeta. La violencia contra las mujeres no se confina a una cultura, región o país específico.
Las raíces de la violencia contra la mujer descansan en la discriminación persistente contra las mujeres. Hasta el 70 por ciento de mujeres experimenta violencia en el transcurso su vida.
AP / Ricardo Mazalan