Mucho se habla de la formación del personal penitenciario. Mi maestro Elio Gómez Grillo siempre nos decía: “Las cárceles son su personal y cualquier cosa más”. Es tal la importancia de la formación del personal penitenciario que nuestra carta magna en su artículo 272 es clara al decir, refiriéndose a los recintos penitenciarios: “…Funcionarán bajo la dirección de penitenciaristas profesionales con credenciales académicas universitarias…”.
Lamentablemente, en Venezuela las autoridades nunca se han ocupado de tener un personal penitenciario preparado académicamente, ya el 29 de enero de 1959 por decreto del Ejecutivo nacional, se había creado la Escuela de Formación del Personal de los Servicios Penitenciarios, dando cumplimiento a la recomendación del Primer Congreso de la ONU sobre la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente.
Esta escuela solo se dedicó a formar al personal de custodia interna, vigilantes y coordinadores de seguridad y vigilancia, sin mucho éxito.
Uno de los avances más grandes en materia penitenciaria en nuestro país lo tuvimos cuando un grupo de notables y conocedores del tema penitenciario, como Rafael Pizani, Guillermo Morón, Tulio Chiossone, Hernán Albornoz, José Luis Vethencourt y Luisa Carrasquel, entre otros, bajo la batuta y guía del padre del penitenciarismo contemporáneo de Venezuela, Elio Gómez Grillo, fundaron el Instituto Universitario Nacional de Estudios Penitenciarios (Iunep) creado según decreto presidencial Nº 1313, publicado en Gaceta Oficial Nº 36506, de fecha 30 de noviembre de 1990 e inicia funciones académicas el 3 de febrero de 1992.
En el Iunep se formaban técnicos superiores universitarios en Penitenciarismo, los cuales después de tres años de estudio egresaban en las especialidades: Administración Penitenciaria, Educación y Tratamiento Penitenciario, Gerencia Penitenciaria y Seguridad Penitenciaria.
El Iunep era una institución universitaria absolutamente civil y académica, con profesores catedráticos universitarios y un alumnado que se sometía a un riguroso proceso de selección. El Iunep era, al momento de su fundación y lo siguió siendo unos cuantos años más, la única institución universitaria de carácter civil en Latinoamérica que formaba penitenciaristas, ejemplo en el mundo entero en formar este grupo de profesionales.
Lamentablemente al Iunep y a su fundador, Elio Gómez Grillo, no se les dio nunca el reconocimiento que merecían, y así luego de más de 20 años de creada, de haber graduado mas de 1.000 técnicos superiores universitarios en Penitenciarismo el Iunep fue cerrado y anexado a la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) que transformó la idea original de sus creadores y pretende convertir a los que allí ingresan en simples policías de cárceles.
A nuestros gobernantes les cuesta entender que la función de los penitenciaristas es coadyuvar en la reinserción social del hombre y mujer privada de libertad y que su gran función es ser educador dentro de los recintos carcelarios y no un “cabo de presos” como ahora se pretende hacer, con formación y funciones completamente represivas y bajo ningún punto de vista educativo.
Esto sin duda alguna va en contra de los principios y reglas penitenciarias internacionales, aunque sabemos que a las autoridades actuales eso les importa poco o nada.
Esta formación de “policías carcelarios” se desconecta de la función del penitenciarista que, como tanto lo decía el maestro Gómez Grillo: “El personal penitenciario cumple una de las funciones más exigentes y delicadas que puede realizar un ser humano.
Porque trabaja con hombres y mujeres que padecen de las peores de las privaciones que pueden sufrirse en vida, como es la privación de la libertad. Están encarcelados.
En la cárcel están ellos y por eso la cárcel es el campo de trabajo del personal penitenciario”.
Y aunque de manera personal pienso que el penitenciarismo como carrera universitaria debe estar adscrita a la Universidad Pedagógica Experimental Libertador y no a la UNES, como se ha hecho, porque su función básica es formar educadores, ojalá se logre desde la UNES adaptar el penitenciarismo a las verdaderas necesidades que tenemos en nuestras cárceles.
En lo referente a la formación de custodias penitenciarios es necesario que exista un componente educativo también en su formación. Es necesario entender que en nuestras cárceles necesitamos educadores y no policías. Hay que cumplir la Constitución.
Carlos Nieto Palma