Fue tan fuerte el golpe para el Psuv que la mayoría de los “duros” quedaron por fuera. Su nueva delegación gravita entre la inexperiencia y la ingenuidad
Varias cosas que analizar sobre lo ocurrido el pasado domingo.
Primero que nada la aplastante derrota del gobierno, que definitivamente sacó muy malas cuentas.
Segundo, la victoria categórica de la oposición que finalmente pudo pescar en el lado contrario, cosa que nunca pudo hacer antes.
Tercero, las llamadas terceras vías fueron trituradas por la economía del voto.
En cuanto al voto general en el país no hubo sorpresas, pero donde Sí las hubo fue en los circuitos donde el gobierno llegó a creer que era invencible.
Allí precisamente es donde cabe el análisis mayor de esta tronera, porque le latieron en la cueva en su propio terreno.
Las cuentas en los circuitos plurinominales no cuadraron al final y deshizo el sueño de obtener al menos unos 40 diputados suficientes para hacerse de la mayoría junto a los de la lista.
Fue tan fuerte el golpe que la mayoría de los “duros” quedaron por fuera y deben conformarse con una delegación entre inexperta e ingenua.
Dentro del análisis cabe destacar que el gobierno ha venido perdiendo la calle de manera sostenida. Que su discurso ya no vende como antes. Que vivir del recuerdo perenne del comandante requiere más eficiencia y menos populismo. Que arrear a la gente, coaccionarla o amedrantarla genera una rebeldía que termina pasando factura. Que de nada vale regalar tabletas, canaimas, enseres y vehículos a última hora, para intentar comprar conciencias.
Quedó desnuda también esa estrategia del ventajismo grotesco que facilitó que el moribundo partido que fundara Renny Ottolina se presentara como una alternativa de confusión, al igual que fabricar homónimos para tratar de distraer el voto de Ismael García o la inelegante travesura de William Ojeda manejándose entre la ambivalencia de ser azul o rojo. Y más grotesco aún, obligar a encadenarse a los dos canales comerciales que quedan, humillando a periodistas para ponerlos a entrevistar a candidatos del Psuv, foro que bien pudo ser compartido con la oposición.
O la “genial” idea de llamar a Globovisión para pedir que suspendieran propagandas de la MUD en el marco de una campaña corta, que le quitó al adversario un valioso día de exposición.
Contra todo eso, incluyendo la campaña del terror televisivo asociado a una burlesca pesadilla, más el discurso de la guerra económica y el abuso del espectro radioeléctrico, votó el pueblo venezolano que dijo “no más”.
Una derrota que no es cualquier cosa porque prácticamente reduce a la nada a la representación oficialista en el parlamento, que no tiene otra opción que acatar las reglas de la democracia.
En el marco de este complejo asunto para el gobierno, las actitudes de los máximos líderes del proceso, Maduro y Diosdado han tenido una conducta indecorosa que los deja muy mal parado.
El Presidente, si bien es cierto, reconoció la derrota, se ha dedicado a la amenaza desafiante, sin entender que si pasa la raya amarilla terminará de aproximar a su gobierno al precipicio.
Cabello, quien dentro de la tragedia es quien menos tiene que perder, también ha alzado una lanza amenazante que puede terminar punzándolo.
El gobierno tiene que aprender a disciplinarse y a respetar el estado de derecho y la constitución con la cual tanto se rasga las vestiduras. Debe entender que estos últimos años legislativos no fueron otra cosa que un dulce sueño que no supo aprovechar, porque el balance de la obra de gobierno no merece mayor comentario.
La puntuación se las dio el pueblo el pasado domingo.
El nuevo escenario
Ahora los ministros deberán presentar cuentas al país a través del parlamento nacional, que es la máxima representación popular. Los poderes autónomos tendrán que ser revisados para desmontar las oprobiosas tribus judiciales que hoy existen. Habrá que ponderar la actuación de la Fiscal General.
El parlamento debe ser severo, crítico y parcial en sus juicios poniéndole fin a la impunidad, que es otro de los factores que llevaron al gobierno a la debacle.
Eso y mucho más tiene que hacer la nueva Asamblea Nacional.
En síntesis, la oposición tiene una amplia agenda parlamentaria que debe ejercer sin ventajismo, pero con justicia.
Para eso el pueblo, el soberano, la gente, las masas criticas, o como quieren llamarse, le dio potestad a la oposición.
La sociedad leyó bien el mensaje de que es mejor una democracia plural que una visión sesgada de una mayoría ineficiente.
La realidad tangible es que el Psuv y la revolución perdieron una oportunidad de oro de casi dos décadas con un traje a la medida que les quedó grande.
Ahora tendrán que ajustarse a las reglas. Bailar pegao. O como lo sentenció Luis Herrera Campins: “Comprar alpargatas porque lo que viene es joropo”.
Escenario de los líderes
Como la política no se detiene, he aquí escenarios de algunos líderes.
Capriles: salió fortalecido con dos diputados propios, pero no es el gran responsable de la victoria mirandina. Sencillamente fue uno más. La sombra de Leopoldo es su karma.
Leopoldo: si se concreta su libertad será una opción presidencial a dos manos. La cárcel engrandece. Y ahora tiene fracción en el parlamento.
Falcón: el gobernador larense salió ileso. Su fórmula dejó atrás el fantasma acosador de Gómez Sigala, pero tiene sobre sus espaldas el peso de la desconfianza.
Rosales: el líder zuliano recuperará su libertad y la gobernación de su estado. Habrá que contar con él de ahora en adelante.
Maduro: su liderazgo y su popularidad vienen en caída libre. Debe reorganizar la ruta o se lo come la circunstancia. Tiempos duros para él.
Cabello: quedó maltrecho, aunque aparente otra cosa. Sigue a la expectativa para ser el emergente, que es su objetivo final, pero el camino es largo y espinoso. La lucha intestina decantará su futuro.
El Troudi: fue de los pocos ilesos. Salió porque lo protegieron en la lista, pero como portaviones no funcionó. Regresa a su ministerio.
Jaua: se salvó de chiripa en el Tuy y además Capriles le ganó la batalla. No le vendría mal la vicepresidencia, pero de la gobernación que se olvide.
Sanz: el alcalde de Plaza defendió su arquería hasta donde pudo pero lo afectó el voto castigo. Sería una buena opción revolucionaria para Miranda.
Jairo Cuba