En 1799, Bolívar llegó a Veracruz y luego visitó a ciudad de México, quedando asombrado del gran culto a la Virgen de la Guadalupe
Cesáreo José Espinal Vásquez
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Recientemente, mi distinguido amigo el Pbro. Ramón Winke ha publicado un libro que constituye un excelente trabajo histórico, sobe “La devoción a la Virgen de los Próceres de la Independencia”, en donde refiere la devoción de Belgrado, San Martín, O’Higgins, Ribas, Bolívar, Sucre y otros. El libro, además de su contenido que fue una labor acuciosa, es una edición de lujo, digno de colección, para que esta obra no se quede entre unos pocos. Llegó a mis manos por dedicatoria de mi amigo, a quien felicité por ese acopio histórico de devoción cristiana y no menos, darle mi agradecimiento. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte Palacios y Blanco, nació en la provincia de Caracas el 24 de julio de 1783 y falleció el 17 de diciembre de 1830. En su niñez aprendió en el regazo de su madre María Concepción Palacios y Blanco, el avemaría y el padre nuestro, hasta su fallecimiento, quedando Bolívar de nueve años de edad en manos de su tío. Doña Concepción Palacios fue una dama virtuosa llena de amor y comprensión ante los avatares de la época, devota de la Inmaculada Concepción, quien al fallecer el 6 de julio de 1792, fue sepultada con hábito de monjas del Convento de la Concepción.
Bolívar fue el cuarto de sus hijos, a quien le enseñó rezar con el rosario en sus manos, famoso y bello rosario que adquirió el Banco Central de Venezuela en 1988. Recibió las enseñanzas de Fray Francisco de Andújar, Capuchino, de Robinson (Simón Rodríguez), de Andrés Bello y de otros ilustres maestros en España. En 1798, Don Pedro Carbonell, Capitán General y Gobernador de la Provincia de Caracas, autorizó que Fray Andújar dictara clases por iniciativa de Bolívar en su casa.
En 1799, Bolívar llegó a Veracruz y luego visitó a ciudad de México, quedando asombrado del gran culto a la Virgen de la Guadalupe. En la lucha por la independencia, Bolívar cultivó siempre su devoción a la Virgen. En 1825, en compañía del Mariscal Antonio José de Sucre, visitó el pueblo de Cayma, en la ciudad de Arequipa y oraron en el Santuario de la Virgen de la Candelaria y a un lado del Santuario almorzó quedando para siempre el lugar como “el comedor de Bolívar”.
En el Alto Perú celebró la fiesta y romerías a la Virgen de Copacabana, quedando impresionado por el tallado de la Virgen realizado por el indio Francisco Tito Yupanqui.
En la carta de Jamaica, (septiembre de 1815) invocó a la Virgen de la Guadalupe. Durante su presencia en Charcas o Chuquisaca, Bolívar recibió del Cabildo Eclesiástico el hermoso relicario de Charcas, que se exhibe en el Banco Central de Venezuela.
El 9 de diciembre de 1825, siendo el primer aniversario de la Batalla de Ayacucho, Bolívar y Sucre, asistieron al Tedeum, dándole gracias a Dios y la Virgen por el triunfo de esa magna batalla.
Hacer el recorrido cronológico de las visitas a los Templo y Santuarios por Bolívar es prolijo de ese bello libro del Pbro. Ramón Winke, quien resaltando su convicción católica en misiva enviada a su hermana María Antonia, le dijo “nunca dejaré mi religión”.