A nadie le importa que se muera uno, que se mueran cien, que se mueran mil. Si les importara ya hubieran hecho algo. Están sordos, ciegos e insensibles
Mientras el gobierno busca y rebusca cómo recomponerse, reinventarse y resucitar de los apabullantes resultados electorales del 6D, vía Parlamento Comunal, nombramiento apresurado de magistrados, inflamados discursos de cómo “la derecha” no volverá más nunca, exhortos a tomar la calle, la realidad del país se le estrella en sus narices y ellos siguen… como si nada…
El lunes 14 temprano en la mañana me encontré con un mensaje en Twitter de Adriana Medina, quien desesperada pedía un remedio que necesitaba su sobrinito de 3 años, quien padecía de cáncer de pulmón. Inmediatamente lo retuiteé, pues ya he pasado por la angustia de no conseguir medicamentos y el Twitter ha sido la salvación. Mejor dicho, la gente buena que he conocido por Twitter, quienes han compartido sus remedios generosamente. Pedí que lo pasaran hasta encontrar el medicamento, cuando recibí un mensaje de Adriana quien me agradecía el gesto, pero me informaba que su sobrino había fallecido en la madrugada.
No tengo palabras para expresar la impotencia y la indignación que sentí. Pensé en tanto dinero dilapidado, como el invertido en las vallas de propaganda de lo “bien” que marcha la revolución. Esto parece un carro en retroceso a quinientos kilómetros por hora, conducido por Pastor Maldonado. Hablando de este último, nos vendría muy bien contar con la millonada de dólares que gasta Pdvsa en su patrocinio. Para que el piloto choque y pierda, pierda y choque, mejor usar esos dólares derrochados en comprar remedios. Si el tipo es tan bueno como él y el gobierno creen, ya habrá una escudería que lo contrate.
Podríamos también dejar de regalarle petróleo a Cuba. Todos sabemos que esos cubanos que vinieron como parte de las misiones eran unos esclavos del régimen de los Castro. Les pagaban –cuando les pagaban- una miseria en bolívares y el grueso en dólares, primero para Fidel y ahora para Raúl, quien no hace otra cosa que ver hacia el norte.
Muchos de ellos se fueron de Venezuela a pedir asilo a otros países. Y los que quedan aquí, exceptuando, por supuesto, a los del G2 que sí viven como reyes, están como quienes optan por lo menos malo.
Podríamos dejar de venderle petróleo súper barato (¡si, ya está barato!) a Petrocaribe y potenciar a nuestros productores venezolanos a quienes les cambian petróleo por caraotas, arroz, azúcar y otros bienes que antes producíamos aquí. Este régimen tiene problemas con los productores y empresarios venezolanos a quienes llama “capitalistas”, pero no le tiembla el pulso para hacer ricos a capitalistas de otros lares.
Esto para no hablar del dinero que se ha ido por otras vías. Dentro de maletines, maletotas, negocitos, negociotes, empresas fantasmas, sobrefacturaciones, comisiones y pare usted de contar. Si no hay forma de ponerle coto a la corrupción y a la dilapidación de dinero, cada vez nos hundiremos más en la crisis que nos ahoga.
Al día siguiente de la muerte del bebé, me informan que el portero de mi edificio, el querido señor Ramón, había sido llevado de emergencia al hospital por una subida violenta de tensión. ¿La causa? Ramón había dejado de tomar el remedio para la tensión, pues el que tomaba no se conseguía. ¿Quién responde por esto..?
La respuesta es nadie. A nadie le importa que se muera uno, que se mueran cien, que se mueran mil. Si les importara ya hubieran hecho algo. Están sordos, ciegos e insensibles. Encima, amenazan, como amenazó Maduro, con no volver a “darles nada” porque no votaron por el Psuv.
Las noticias de la disponibilidad de remedios en las farmacias para los pelos de punta. Para los enfermos de cáncer y enfermedades similares no se consigue nada. A quienes se preguntan por qué la gente los castigó votando por la MUD o votando nulo, no se maten buscando la respuesta…
Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb