Carúpano de ayer y hoy
Carúpano, te amamos con sentimientos de vida eterna y estaremos presentes con nuestro abrazo fraterno para entregarles a las nuevas generaciones los ánimos de seguir recordando lo que fue Carúpano de ayer
No debo dejar pasar el año 2015, sin recordar con el alma y sentimientos profundos a nuestro Carúpano, donde vi la luz de mi existencia.
El amor puede ser transitorio, variable y aún cambiante, pero los nobles sentimientos son imperecederos.
Carúpano, te amamos con sentimientos de vida eterna y estaremos presentes con nuestro abrazo fraterno para entregarles a las nuevas generaciones los ánimos de seguir recordando lo que fue Carúpano de ayer, de su tranvía, del cable submarino, los vapores en el puerto, el funicular, de sus artesanías, industrias y comercio de exportación y lo que se vive hoy.
Pero somos resilientes, superando las adversidades sin desmayo con la vista puesta en el horizonte promisor que nos devolverá Santa Rosa, Santa Catalina, Santa Teresa y el padre Dios todo poderoso, con el don de gente de los carupaneros, con el ahínco para el trabajo en el campo, en el mar, en el comercio y en la alegría de las fiestas y misas navideñas, de los aguinaldos, de nuestro carnaval internacional, de una tierra oculta entre follaje con los brazos abiertos para nuestros hermanos que han venido desde Córcega, Italia, del medio y lejano oriente, de Alemania y de todas partes del mundo. Porque en Carúpano no se ha usado nunca la palabra extranjero sino de hermanos en el camino de la vida. Todos somos carupaneros y todos somos venezolanos.
Es el 23 de diciembre de 1.647, fecha de la fundación de Carúpano por el Obispo Fray Damián López de Haro. Ciudad que ha dado lumbre de honor patriótico a todas las generaciones orgullosas, no solo haber nacido, sino de cultivar las vidas de tantas personas que se radicaron en esa tierra, como dice mi distinguida amiga Elisa Arráiz Lucca “Te pienso en el puerto”.
Por ahí transitaron, convivieron y conviven en sus descendientes carupaneros de corazón: Orsini, Mussa, Cervoni, Levy, Muzzioti, Blasini, Benedetti, Otaola, Guiliani, Angrisano, Buloz, Prosperi, Cerisola, Narciso, Angeli, Kramer, Montagioni,Bertoncini, Paván, Fejure, Bianchi, Michelli, Santelli, Franceschi, Tang, Sujú, Merle y tantos otros apellidos que adoptaron a Carúpano. Dignos ejemplos de amor, de trabajo y de familia, que algún día, allá en el cerro del faro, se debería erigir un monumento de recuerdo inolvidable de esos también fundadores de Carúpano.
Pero hoy, ¿dónde está Carúpano de ayer? Sin aeropuerto, cuando llegaban hasta cinco vuelos diarios, hoy sin agua potable y luz permanente, sin comida, sin trabajo, pero con inseguridad, drogas, desorden e irrespeto. Qué falta hace el abrazo fraterno de aquellos tiempos donde nos llamábamos “primos”, saboreábamos el esnobol de jovito del río, de coco papelón, las empanadas delgaditas de cazón y de chorizo, el ron de ponsigué en diciembre, los pasteles, el consomé de chipichipi y toda esa gastronomía carupanera. Y nativos de Carúpano, unidos por vínculos genéticos y de amistad con los carupaneros nacidos en otras tierras, pero tenemos aún tiempo al admirar la pléyade de amigos del museo histórico, del recuerdo a Luis Mariano y de Andrés Mata, para “volver a empezar” en Carúpano promisor.
Cesáreo José Espinal Vásquez
cjev@cantv.net