El segundo domingo de enero de cada año, es el día del abrazo fraterno
Cesáreo José Espinal Vásquez
cjev@cantv.net
Estamos en epifanía, no importa que seamos católicos, islámicos o hebreos, es realmente, la venida de la paz, del abrazo fraterno sin exclusiones de clases sociales, etnias o razas, credos y sexo. Es luz de la amistad, del amor, de la comprensión y de la conciliación en búsqueda del ideal social que es la convivencia en una sociedad justa. El abrazo fraterno es el más grande regalo que se da en el segundo domingo de enero al salir a la calle, abrazando al vecino, al amigo y a toda persona que x te encuentres con un gesto de amistad, al pobre, al rico, al viejo y al niño, unidos en puentes de amor y nobles sentimientos, en una simbiosis sin exclusión social, de evolución de conciencia, para la mejor calidad de vida. La humanidad no debe continuar viviendo en un mundo insano donde el valor de lo ético y la moral sucumben ante el personalismo, el egoísmo, la violencia, la corrupción y el crimen. Lo mejor que hizo Dios, el Dios de todas las religiones, es un día tras otro día, no hay ni habrá días interminables, lo que hoy pudiera ser grave y triste, mañana con el don de la resiliencia, se superan las adversidades, que en definitiva, es la voluntad de Dios. Los nobles sentimientos son imperecederos.
Una mano cariñosa en una frente ardorosa es la medicina de fraternidad que no tiene precio por ser el mayor regalo para la persona que desea afecto. El abrazo fraterno, es conciliación alegre para la convivencia, porque vivir por vivir, no es vivir, vivir en paz es vivir, y su base fundamental es la ética y el respeto. Si no se conjuga el respeto con la buena voluntad, nunca podremos convivir en paz. Aupemos con verdadera vocación la buena fe con la fraternidad entre todas las religiones, credos y doctrinas sociales, para transitar juntos en mutuo respeto hacia un mundo mejor, con instrucción cívica y moral para las nuevas generaciones, a los hijos de nuestros hijos, de hermanos a hermanos para transitar por senderos del buen camino y así nos ayudamos nosotros mismos, forjando mentes sanas, con disciplinas y voluntades de buenas obras, de recto proceder, del libre desenvolvimiento de la personalidad, sin violar la libertad de nadie.
Pudiéramos celebrar el abrazo fraterno en el segundo domingo de enero de cada año, cada persona individual o conjuntamente, como un alto en el camino, para la sana convivencia en una sociedad justa, no con un simple saludo ni dando o recibiendo regalos, sino en lo más importante para todo ser humano, sentir una mano cariñosa deseándoles salud, optimismo y paz.