El gobierno de Maduro esta “grogui”, palabra aceptada por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Proveniente de la voz inglesa “groggy”, significa “aturdido, tambaleante”, aplicado a un boxeador al borde del colapso. Y, como todo boxeador a punto de “nocáut”, el gobierno quiere el “clinch”: en vez de luchar limpiamente, quiere abrazarse en un sucio forcejeo para hacer tiempo, posponer su caída y crear la oportunidad para que algún error de su oponente le permita agarrar un segundo aire…
Eso es lo que está pasando hoy en nuestra Venezuela: la cúpula corrupta e ineficiente recibió el 6D un golpe muy fuerte, tremendo. El gobierno quedo tambaleándose, oscilando entre amagos judiciales y provocaciones necias, sin entender la profunda naturaleza política, económica y social de lo que está pasando en el país. Durante todo diciembre la MUD no tuvo 24 ni 31, ni sábados ni domingos, vigilante siempre, protegiendo y defendiendo el voto del pueblo. El 3 de enero, la elección del nuevo presidente de la Asamblea Nacional mediante el voto universal, directo y secreto de los 112 diputados de la Unidad, dio una nueva lección de democracia y el 5 de enero la nueva Asamblea Nacional tomó posesión en paz, gracias a la experiencia parlamentaria de Henry Ramos Allup en la conducción del debate y al coraje cívico del jefe de la bancada parlamentaria de la Unidad, Julio Borges. Ambos demostraron tener conocimiento y firmeza de sobra para enfrentar y derrotar el saboteo de la bancada de la división.
El gobierno, pues, estaba trastabillando, recibiendo golpe tras golpe, cuando ocurrió un incidente que, en su precariedad, confundieron con una oportunidad para volver al pataleo, al “clinch”, al debate politiquero que les permitiera esconderse de la realidad económica y social que los acusa. Ese incidente fue la decisión del Presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, de retirar de los espacios del Palacio Legislativo todo material de propaganda política y culto a la personalidad que, como escombros del pasado diosdadista, quedaban en paredes y pasillos. El mismo gobierno que durante años ha mirado impasible cómo el pueblo venezolano muere asesinado por el hampa, por el hambre, por la crisis de los servicios, de repente ve en el retiro de unos retratos, pendones y afiches, el pretexto para poner hipócritamente el grito en el cielo y tratar de volver a arroparse con el liderazgo del presidente fallecido ante la ausencia total de liderazgo propio. Empezó, entonces, “La Guerra de los Retratos”.
“La Guerra de los Retratos” es tan falsa e inútil como “La Guerra Económica”. Así como la fulana “Guerra Económica” solo buscaba tapar la corrupción y la ineficiencia como causas reales de la falta de alimentos y medicinas, la “Guerra de los Retratos” sólo busca tapar lo que Maduro está haciendo (o mejor dicho: deshaciendo) tanto en materia económica como en materia política. En efecto, veamos: desde el punto de vista económico, Maduro está condenando a Venezuela a pasar más hambre, más escasez y más penurias que en 2015. Al designar un “gabinete económico” dirigido por alguien que jamás en su vida ha producido nada (el sociólogo Luis Salas, que además es el “ideólogo” de la Guerra Económica, es decir, alguien reacio a reconocer las fallas, primer paso para poder resolverlas…) e incluir en él a alguien como Jesús Farías (economista graduado en Moscú, pero economista al fin y al cabo, que junto a Alí Rodríguez Araque es partidario de enfrentar y resolver las ineficiencias y corruptelas que según ellos “afectan la viabilidad del modelo socialista”), es estructurar un equipo que estará paralizado por sus propias contradicciones internas. Sin tomar en cuenta, además, que ambos están profundamente equivocados, porque el “modelo” es inviable no por “agresiones internas” ni por “deficiencias internas”, sino simple y llanamente porque la utopía comunista fracasó hace más de medio siglo, aunque el oficialismo aún no se dé por enterado.
Desde el punto de vista político, la situación también es pintoresca e interesante. Maduro quiere distraer al país con “La Guerra de los Retratos”, para que nadie se fije mucho en el hecho de que acaba de realizar una purga en la cúpula del poder: apenas 48 horas que la Unidad sacó con votos a Diosdado Cabello de la presidencia de la Asamblea Nacional, Maduro saca de un plumazo al hermano de Diosdado del poderoso ministerio de comercio e industria, importante no por lo que produce sino por lo que importa. De un plumazo sacó también al último representante de la familia Chávez en la cúpula del poder, el yerno Jorge Arreaza. 24 horas después de esa purga, Maduro aprovecha “La Guerra de los Retratos” para exhibir un supuesto apoyo militar que jamás hubiese obtenido sin ese pretexto.
Ese es el cuento de “La Guerra de los Retratos”. Para eso la inventó Maduro, para eso le sirve. La Unidad Democrática no se dejará arrastrar a ese tipo de ejercicios retóricos, pues no tenemos tiempo que perder: estamos demasiado ocupados haciendo leyes urgentes para proteger al pueblo, que necesita que las Misiones no sean un mecanismo de chantaje político; al pueblo que vive en desarrollos de la Gran Misión Vivienda Venezuela y que necesita tener la tranquilidad de saber que se techo es de su propiedad; al pueblo de la tercera edad, nuestros jubilados y pensionados, que necesitan la Ley de Cesta Ticket para alimentos y medicinas; al pueblo que vive en los barrios y que necesita tener la propiedad de la tierra sobre la que se levanta su casa o su rancho. A nosotros no nos enredarán en “La Guerra de los Retratos”, porque nuestro trabajo, el trabajo de la Unidad Democrática, es con y por la gente, y en particular al lado de los mas humildes.
Como lo cortés no quita lo valiente, a los millones de venezolanos que aún admiran al fallecido presidente Chávez y que el pasado 6 de diciembre votaron por nosotros (y a los que admiran al presidente Chávez y que no votaron por nosotros el 6D, pero lo harán en el futuro) les decimos: sepan que en nuestra intención jamás ha estado ofenderlos en sus sentimientos, creencias y opiniones. El juicio sobre Chávez como personaje y de su gestión como ejercicio corresponde ya a la historia. A los venezolanos del presente nos corresponde solucionar los problemas del presente y construir el futuro de prosperidad, justicia social, seguridad, democracia y paz que nuestros hijos merecen. Seguiremos precisamente para eso: para construir entre todos el Estado Democrático de Derecho y de Justicia que Venezuela debe ser, porque así lo define la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, una Constitución en la que (por cierto…) no aparecen por ningún lado las palabras “revolución”, “socialismo” o “comuna”, pero si aparecen por todas partes las palabras “democracia”, “pluralismo” y “descentralización”.
Esa si es nuestra lucha: ¡por la gente, con la gente! ¡Pa’lante!
RADAR DE LOS BARRIOS
JESUS CHUO TORREALBA