La actuación de la bancada chavista no trajo nada que no conociéramos: el reclamo de respeto a unas normas parlamentarias que ellos se pasaron por debajo del bigote, cuando prácticamente echaron de sus curules a los diputados María Corina Machado, Richard Mardo y Maria Mercedes Aranguren
Noel Álvarez
@alvareznv
La instalación de la Asamblea Nacional, en mi criterio, lo más relevante que nos ha traído, es el rescate del foro de discusión política que todos los países democráticos deben tener. Allí se dirimen las controversias políticas, reconociendo la pluralidad de pensamientos y construyendo los necesarios consensos que apuntalen el desarrollo de nuestro país.
En la sesión inaugural se sentaron las bases del futuro parlamento, tales como el acceso de los medios de comunicación social; respeto de las barras hacia los diputados; ponderación de quien conduce el debate frente a las intervenciones de los asambleístas. Todo esto se traduce en recuperación de la majestad del parlamento, rumbo que se había perdido en los últimos años.
En cuanto a las actuaciones grupales e individuales, considero que la de los parlamentarios de la alternativa democrática estuvo sobria y relativamente ajustada a lo que se espera de una bancada seria y democrática. El nuevo presidente, haciendo gala de su experiencia y técnica parlamentaria, adquiridas a lo largo de su vida en el antiguo congreso, eludió de forma acertada las zancadillas de los diputados “opositores”. Utilizo exprofeso el término “opositores” para calificar a los oficialistas, con el único objeto de recordarnos a todos los venezolanos que a partir de ahora se invirtieron los papeles, en cuanto al Poder Legislativo se refiere.
La actuación de la bancada chavista no trajo nada que no conociéramos: el reclamo de respeto a unas normas parlamentarias que ellos se pasaron por debajo del bigote, cuando prácticamente echaron de sus curules a los diputados María Corina Machado, Richard Mardo y Maria Mercedes Aranguren.
El diputado extraído casi que de la Guerra Federal, a quien le estamos muy agradecidos por simbolizar lo que debemos superar como país, Pedro Carreño, mintió, como de costumbre, para que le concedieran la palabra y además volvió a utilizar un lenguaje indigno de su investidura. Héctor Rodríguez, representante de la nueva generación de chavistas, joven con buen verbo, bien entrenado en el arte de la marramucia, se dedicó a, y parece que esta será su función, entorpecer la labor del conductor del debate.
En suma, allí están representadas dos de las tres tendencias del país. La alternativa democrática, con una visión más o menos clara de lo que quiere y necesita Venezuela para salir del atraso en que nos han sumido y, la otra, con una concepción ideologizada y dogmática de la realidad, persuadida de que la ignorancia y la pobreza son las materias primas que soportan su revolución. ¡Que Dios nos ampare!