“Voy a ser mamá, mi novio Fernando Machado está embarazado de mí”, así anunció su nueva realidad Diane Rodríguez. Hoy la feliz pareja disfruta de cinco meses de preñez. El nacimiento de su primer hijo está previsto para el mes de junio. De acuerdo con el control prenatal todo marcha viento en popa.
Todavía no conocen el sexo del bebé ni están interesados en saberlo. Desean que sea una sorpresa. Lo que sí tienen claro es que el cuarto del niño no será decorado ni de rosado, ni de azul, será un espacio reservado a la tolerancia y a la sexodiversidad. Una amplia gama de colores tomará la habitación para disfrute de los padres.
Tomados de la mano acuden al chequeo prenatal. La única diferencia con respecto a cualquier pareja radica en que el monitoreo se lo realizan al hombre del matrimonio. Fernando será quien tenga al bebé, mientras Diane fue la responsable de la fecundación, al aportar el espermatozoide; por ende, los dos son padres biológicos de la criatura.
Fernando y Diane conforman una pareja transexual que defiende su derecho al disfrute de la familia. Atrás quedaron Luis Benedicto Rodríguez Zambrano (Diane) y María Fernanda Machado Quevedo (Fernando). Él asumió su nueva identidad desde hace tres años y ella decidió hacerlo cuando tenía 16 años. Hoy tienen 22 y 33 años, respectivamente.
Los dos, en distintos grados, vivieron el rechazo por su condición de identidad sexual. Con el paso de los años han desarrollado piel de cocodrilo ante la intolerancia y se erigieron en defensores de las minorías, en particular de los miembros de la comunidad Lgbti. Rodríguez es fundadora de Silueta X, organización con la que colabora Machado, y que sirvió de vínculo a la pareja.
Machado y Rodríguez, al mismo tiempo, levantan la bandera del disfrute de la transexualidad, sin la necesidad de la mutilación genital. Por ello, ninguno de los dos cambió su genitalidad, a pesar de nunca sentirse identificado con su sexo de nacimiento. “Yo soy un hombre con vientre y vagina”, asegura Fernando, mientras su esposa explica que un pene en medio de las piernas no pone en entredicho su feminidad.
“Algunos se operan, no estoy de acuerdo con mutilar mi cuerpo, sobre todo para hacerle el juego a la presión social: pecho plano un pene y dos tetas una vagina. Él (Fernando) está muy seguro de su masculinidad. Él no necesita de un pene para sentirse hombre o yo de una vagina para sentirme mujer”, asegura —desde Ecuador— Diane, vía telefónica, no sin antes señalar que no cuestionan a las personas trans que sí optan por esta opción, aunque ni ella ni su pareja comulguen con esta iniciativa.
Conscientes de la polémica que levanta el anuncio realizado el 5 de octubre de 2015, ellos solo ven pasar los días a la espera del nacimiento. Poco le importa a Fernando la bulla generada a su alrededor. Al contrario, se siente feliz, afortunado de ser padre y de convertirse en el primer transexual embarazado de Latinoamérica.
Para ellos, este embarazo reivindica la lucha por los derechos civiles de la comunidad Lgbti. “La transexualidad siempre ha estado castigada para hacer familia”, afirma Rodríguez, quien asegura que ellos se alejarán de los preceptos tabú sobre la crianza de su bebé. Solo procurarán que sea feliz y tenga la capacidad de defenderse ante la intolerancia de los hombres.
“Nosotros no lo vemos como nada complejo. Lo vamos a preparar, lo vamos a educar con la formación necesaria para defenderse. Vamos a ver si estudiamos música. Ya Fernando toca el saxofón, yo quiere aprender a tocar el piano, Fernando quiere tocar violín. Queremos incentivar alguna actividad en el niño, no queremos que solo veo televisión e Internet. La mejor manera de educarlo es darle actividades qué hacer, queremos contribuir con un buen ciudadano”, explica Diane, feliz de su futura maternidad.
La legislación ecuatoriana reconoce la identidad de género a sus ciudadanos y permite las uniones de hecho, por lo cual se reconocen los derechos civiles a las parejas de la comunidad Lgbti. En el caso de Fernando y Diane, el hombre de la relación será reconocido legalmente como el papá del bebé y la mujer como su mamá, indiferentemente del aporte genético de cada uno de ellos. Por eso, Diane a pesar de no engendrarlo será la madre legal del niño que está pronto a nacer.
“Yo sí se lo voy a decir: tu papá te llevó en el vientre, yo te parí. Sí se lo voy a decir. La única diferencia con los papás de los demás compañeritos que tenga es que su papá es el que tiene el vientre”, explica seguro Fernando, quien se aleja de los que critican su futura paternidad, al señalar que esta es una acción totalmente femenina, un rasgo que el rechazó en sí mismo. “Yo no asumo una maternidad, sino una paternidad. Además nunca he rechazado mis genitales ni mis órganos reproductores”, afirma a la distancia.
La relación del matrimonio transexual comenzó a más de mil 500 kilómetros de distancia, gracias a Facebook y al desamor. Diane necesitaba de un “líder transmasculino, con una perspectiva feminista”, distinto a los clásicos estereotipos que conocía hasta el momento, alguien que colaborara con ella en su lucha a favor de la transexualidad, en su fundación Silueta X. En el perfil de él encontró lo deseado. De inmediato le escribió.
La conexión no demoró en darse. El hecho de que él viviera en Venezuela y ella en Ecuador no implicó problemas, las barreras geográficas rápidamente fueron superadas con la mudanza del joven de 22 años a Quito, un mes después. El amor surgió casi de inmediato. Hoy llevan dos años de relaciones, el 26 de noviembre legalizaron su unión —ya son esposa y esposo— y disfrutan de su próxima paternidad.
“Me fascinó esa morena. ¡Tiene que ser mía!”, pensó Fernando cuando recibió la invitación de Diane. A ella le encantó su sensibilidad, lo considera un hombre culto, que le recomienda libros, toca el saxofón y con quien puede hablar horas. A él le cautivó la seguridad de la ecuatoriana, quien lleva 13 años dedicada a la lucha por los derechos de la sexodiversidad, incluso, ha sostenido reuniones con el presidente Rafael Correa, como activista.
Matrimonio por la iglesia
La feliz pareja tiene previsto viajar en los próximos meses a Venezuela, entre marzo y abril, para contraer matrimonio por la iglesia. “Estamos pidiendo fechas”, asegura.
Diane ha confesado que no le importará cambiar su rol —de femenino a masculino— en caso de que sea un requerimiento para llevar a cabo la ceremonia. Ella no se reconoce especialmente devota, pero Fernando sí ha desarrollado una relación más a favor con el catolicismo, apartando los preceptos que lo excluyen a él, “lo que le permite tener una vida espiritual amigable con Dios, sin crearse traumas ni frustraciones, como en otros casos. Él me parece muy pacífico y sensible”, dice Rodríguez en relación con su pareja. Sería la primera vez que viajan al país natal de Machado.
La familia de Fernando, radicada en Valencia, siempre lo ha apoyado. El joven se declaró transmasculino cuando terminó el bachillerato, a través del Twitter. De inmediato comenzó los procedimientos para hormonizarse, esto implicó consultas con psicólogos, sexólogos y endocrinólogos. El joven de 22 años ingirió las pastillas por más de un año. Desde hace dos años no las toma. Hecho que beneficia a su embarazo y no significa una preocupación.
Apenas conoció la noticia llamó a su madre por teléfono para indicarle que sería abuela. La mujer se emocionó al extremo de llegar a las lágrimas. Él reconoce que: “La primera con quien cuento siempre es con mi mamá. Le mandé la foto y empezamos a llorar los dos de alegría. Fue súper lindo”, explica el futuro padre.
En cambio la realidad de Diane fue muy distinta. A los 16 años le tocó vivir la experiencia de la calle, luego que su padrastro la botara de la casa. Hoy admite que su madre y hermanos por fin la entendieron y eso basta para ella. Se ha abierto caminos con la bandera de la igualdad de la mano. Por ello, no le ha temblado el pulso al momento de tomar acciones legales en contra de alguna empresa por discriminación.
Y tampoco les temblará el pulso para defender los derechos de su hijo, a vivir en tranquilidad, sin discriminación, ni maltratos. Saben que no será fácil, pero ellos pelean por una comunidad más tolerante para él.
Fuente: Panorama