El pueblo vive en su agonía diaria para estirar sus ingresos y poder acceder a sus alimentos, medicamentos y demás bienes esenciales
Mientras caminamos, un señor a nuestra derecha piensa en voz alta su molestia: «¡cuatro limones por 150 bolívares! Un niño con un billete de 100 bolívares no sabe qué comprar, pues, constata que el billetico no le alcanza para comprar sus chucherías: una cotufa acaramelada que costaba en diciembre 40 bolívares llegó en enero a nuevo precio, a 76; un litro de jugo que costaba en diciembre 90 bolívares, ahora cuesta 170 bolívares; el caramelo tan deseado por los chiquillos de 3 bolívares pasó a costar a partir de este mes 5 bolívares.
Ni hablar de las hortalizas, un kilo de cebolla puede cotizarse entre 1.400 y 1.000 bolívares, como si se tratara de una joya preciosa en subasta, ahora inalcanzable para el pueblo. Razón tienen los bachaqueros, al desplazar sus energías hacia la venta del rubro hortalizas, allí se les ve ahora, con sus mesas vendiéndolas con su cartelón: Todo a 100.
Dos pimentones, dos berenjenas, 10 ajíes, cinco cebollas pequeñas, ahora son fáciles de conseguir y sin colas, gracias a los bachaqueros, quienes «informalizan» el comercio, tienen de todo lo que escasea.
En los comercios formales nada se consigue, solo colas y molestias.
En el comercio bachaquero hasta caraota se consigue y sin colas, allí podrá obtener un kilogramo de caraotas negras de esas que podrá adquirir en un Mercal a 40 bolívares el kilo, esa mismita, solo que, en el negocio bachaquero podrá adquirirla en 1.000 bolívares sin hacer colas y con máxima seguridad, pues, al lado de un bachaquero tendrá un funcionario policial para su guarda y custodia.
Quizás, hasta lleguen algún día a desplazar a la Cámara de Comercio y se asocien para solicitar sus dólares e importar los productos que comercializan, nadie sabe hasta dónde llegarán. Progresan rápido los bachaqueros, solo que, a costillas del salario del pueblo. Es la canibalización inducida por la burguesía, para que pueblo y pueblo se enfrenten. «Guerra de perros» lo llaman en el norte imperialista. Lograron sus objetivos, después irán por sus creadores.
Y mientras, el pueblo vive en su agonía diaria para estirar sus ingresos y poder acceder a sus alimentos, medicamentos y demás bienes esenciales. La élite política, totalmente distanciada de la realidad que afecta a quienes dicen representar, vive en su diatriba constante de tú dijiste esto y yo te contradigo con esto otro. Bochinche, bochinche y más bochinche, solo bochinche es, en lo que viven las élites políticas de estos tiempos post Hugo Chávez. El pueblo no encuentra expresión concreta a la solución de sus problemas en ninguna de las opciones políticas que se blanden las espadas en su nombre y se reclaman tener su voluntad.
El 27 de febrero de 1989 sobrevino como respuesta de todo un pueblo, harto de un liderazgo político que dejó de expresarle en sus aspiraciones de nación y la desesperanza ante un modelo económico hostil y enemigo de sus aspiraciones al buen vivir.
Sin liderazgo político alguno en quien canalizar su descontento, no le quedaría otra opción sino la revuelta de calle, la violencia popular expresada en su manifestación más cruel, saqueos y quema de locales comerciales, concentrando su rabia y odio de clase en una burguesía que pretendió someterla a la esclavitud de la miseria.
Siempre recordaba nuestro comandante infinito Hugo Chávez, aquella expresión del trigésimo quinto presidente del imperialismo de los EE. UU., John Fitzgerald Kennedy: «Los que cierran el camino a la revolución pacífica, le abren el camino a la revolución violenta», quien en su discurso reconocía incluso que «en el Sur hay una revolución y la causa principal es el hambre», y lo decía en la década de los sesenta, años turbulentos aquellos.
El pueblo sigue reclamando soluciones, el 6D se manifestó en términos de votos esa aspiración. Nuevamente se equivocó al creer que por allí estarían las posibles soluciones a su demanda, solo bochinche y más bochinche, es la respuesta que ha obtenido.
A menos se ha venido el liderazgo político nacional, indistintamente de su signo. Febrero siempre febrero, “El Caracazo», se presenta de nuevo en nuestras memorias. ¿Tendremos que devenir en febrero, para que el liderazgo político nacional les atienda en sus urgentes demandas? Triste de los pueblos que no tienen expresión política genuina alguna, pues, como la historia nos lo recuerda, solo el fascismo ha podido nutrir sus fuerzas de la desesperanza de los pueblos. Rectificación, revolución y más revolución es lo urgente. De lo contrario: Dios nos agarre confesados…
Henry Escalante
aporrea.org