Nubarrones amenazan la cohabitación

El asunto reside en determinar hasta qué punto pueden establecerse los términos de la cohabitación y cómo organizarla en las circunstancias actuales

Existe, de hecho, una modalidad de cohabitación en el país. No es una situación completamente novedosa, porque otros gobiernos también lidiaron con mayorías opositoras en el parlamento. Pero sí tiene un rasgo específico que viene dado por el grado de antagonismo programático y de ideas que separa a Gobierno y oposición. En el pasado, las fuerzas políticas en cohabitación, como Acción Democrática y el socialcristianismo, siempre fueron variantes de un mismo proyecto.
Así que el asunto reside en determinar hasta qué punto pueden establecerse los términos de la cohabitación y cómo organizarla en las circunstancias actuales. Para ello hay que olvidarse de aproximaciones idílicas y consensuales, pues se trata de una convivencia en medio de la confrontación durante todo un período histórico, hasta que se defina a cuáles sectores sociales corresponde la hegemonía. De modo que lo que se debe buscar en este momento es una convivencia viable y realista, sin pretender cogobiernos o una agenda única.
En las pocas semanas que han transcurrido ya existe una experiencia del cómo ir modulando esa cohabitación. La Asamblea se instaló en la forma acostumbrada, el Presidente dio su mensaje, el parlamento acató la decisión del Tribunal Supremo de Justicia y el Ejecutivo debe aceptar el rechazo parlamentario del decreto de emergencia. Por supuesto, siempre los acontecimientos ocurrirán en medio de una fuerte polémica, pero esto no tiene por qué ser considerado como lo esencial. La clave de la sustentabilidad de una cohabitación está en que ninguno de los poderes se exceda en sus atribuciones. Pero como no siempre las fronteras son nítidas y además las reglas están sujetas a interpretaciones, es necesario  designar equipos y crear mecanismos de diálogo que faciliten un manejo razonable de la situación, ya que es un proceso en construcción y nada está dicho definitivamente.
Sin embargo, hay que señalar que en el actual cuadro político sobre la cohabitación pesan dos nubarrones peligrosos. De una parte, la crisis económica y la reticencia gubernamental a introducir cambios en la macroeconomía. Del otro lado, la decisión de la oposición, planteada como irrevocable, de  sacar a Nicolás Maduro de la Presidencia en los próximos cinco meses. Más allá de que la iniciativa pueda emprenderse en el marco de la  legalidad, es evidente que se genera una situación de intensa conflictividad. Siempre ocurre así cuando se plantea la salida de un presidente antes de que finalice su período constitucional, en cualquier parte del mundo. Nubes demasiado cargadas generan tempestades.

Leopoldo Puchi

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