«El sepelio debería haberse realizado en el Cementerio General de Sur, ya que ahí había una parcela disponible, pero qué desgracia es entrar y ver el desastre y la asquerosidad de esa necrópolis…»
Qué triste y doloroso es tener la desgracia de ser testigo de excepción cuando nos corresponde una realidad de la que hay que afrontar para tratar de ayudar a un ser humano que está en estado de gravedad, pero que aún se encentra vivo y luego tener que transitar por el horror de proceder a su cristiana y humana sepultura que merece al fallecer.
Lo que denunciaremos es inhumano y ningún ser humano merece un trato tan desalmado que se le da cuando se lleva a un moribundo a un hospital. Afortunadamente, los bomberos que acudieron a prestar su colaboración se pueden catalogar como los ángeles de Dios en la tierra.
Por vivir en La Pastora y por haber sido pensionado del Seguro Social lo primero que se pensó fue en llevarlo al Hospital José Gregorio Hernández, ubicado en San José.
De ahí lo remitieron al Hospital Vargas, del Vargas lo remiten al Hospital de El Algodonal, de ahí al Pérez Carreño y del Pérez Carreño nuevamente al José Gregorio al final fue devuelto a su residencia ya en la noche . Al amanecer falleció.
Comienza el segundo calvario, ir al Ministerio de Sanidad (recibimos excelente atención), ubicado al lado del Hospital Padre Machado, en el Cementerio General del Sur, con el fin de ubicar el acta de fallecimiento que debía ser firmada y llenada por el médico que lo asistió (imagínense que lo que narro sucedió el 22 de diciembre). El gentío y el tráfico para llegar al sitio, cinco horas aproximadamente.
El sepelio debería haberse realizado en el Cementerio General de Sur, ya que ahí había una parcela disponible, pero qué desgracia es entrar y ver el desastre y la asquerosidad de esa necrópolis, la cual debía ser cerrada definitivamente, ya que va contra todas las normas sanitarias que existen el país.
Para colmo tuvimos que salir corriendo, ya que casi nos atraca un grupo de malandros que se encontraban en el sector.
Ya el entierro sería en el Camposanto del Este.
En la funeraria nos pidieron que llegáramos a las 6 y 30 de la mañana para saber qué registros tenían tóner para poder cumplir con las formalidades y papeleo del entierro.
Nos tocó en la vieja Jefatura Civil de La Pastora. Afortunadamente fuimos los primeros en llegar y abrieron a las 8y30 am.
El funcionario que nos atendió se dio un postín para proceder a analizar el trámite y casi a la 10 am nos dice: “aquí no dice la hora del muerte y deben buscar al médico para que lo llene”. Afortunadamente el médico se encontraba en su casa y atendió el requerimiento exigido y se presentó a la jefatura y colocó la hora.
Ya hablamos de casi las 11 am y el cortejo fúnebre partiría al Cementerio del Este a la 1pm. Sin embargo, tuvo que venir otro ángel, una empleada que con una claridad de lo que hacía llenó las formas en menos de 15 minutos.
Presuntamente, el funcionario que nos atendió no estaba capacitado para hacerlo y además estaba de muy mal humor por la cantidad de personas que esperaban realizar el mismo trámite que nosotros.
Esa notaria no tenía baños, teníamos que hacer nuestras necesidades detrás de los carros que se encontraban estacionados en la calle, frente a la plaza, en el local del registro había cables sueltos y en cualquier momento podrían ocasionar una desgracia.
Ese lugar no es apto para atender al público, es realmente horroroso y asqueroso, creemos que la Sanidad debe clausurarlo, al igual que al Cementerio del Sur.
Para finalizar los difuntos y los dolientes merecen respeto de las autoridades.
Salomon Benshimol R
sbenshimol@yahoo.com