Tras la deserción de Yulieski Gurriel de la selección cubana, fuentes ligadas a las grandes ligas aseguran que le extenderán un contrato multimillonario a sus pies
Si el beisbol es parte del alma cubana, Cuba se acaba de quedar sin un trozo. Su pelotero más importante, Yulieski Gurriel, de 31 años, se escabulló el pasado lunes de madrugada del hotel en el cual estaba concentrada la selección en Santo Domingo tras finalizar en cuarto puesto su participación en la Serie del Caribe. Con él se fue su hermano Lourdes, de 22 años, también integrante de la selección. Un golpe tremendo para el beisbol cubano y para Cuba.
Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, publicó de inmediato la noticia en su web, acusando a los hermanos Gurriel de «franca actitud de entrega a los mercaderes del beisbol rentado y profesional». Se supone que, como han hecho muchos otros peloteros cubanos, se evadieron para irse a la Major League Baseball (MLB) de Estados Unidos, donde se estima que un jugador del talento de Yulieski Gurriel, nombrado mejor deportista de Cuba en 2015, podría firmar un contrato de unos 100 millones de dólares.
La fuga de talentos es un lastre creciente para el deporte más popular en la isla. En 2015 se fueron de Cuba más de 100 peloteros, y en 2014 alrededor de 70. La razón es sencilla: en el extranjero pueden ser millonarios; en Cuba no. Además, en la isla no pueden desarrollar su potencial tanto como en la liga más competitiva del mundo. Si bien el beisbol sigue siendo el deporte de referencia para los cubanos, un estandarte que va más allá de lo deportivo y alimenta la identidad nacional, su debilitamiento coincide con la pasión creciente de los cubanos por ver fútbol internacional en la tele.
Para frenar el problema, el Gobierno cubano optó en 2013 por permitir a los beisbolistas salir a jugar por temporadas al extranjero, pero la medida no parece contener las deserciones. El propio Gurriel firmó en 2014 un contrato de dos años con los BayStars de Yokohama, aunque el equipo japonés se lo rescindió porque el cubano no se incorporó a tiempo para la segunda temporada alegando una lesión. El gerente Shigeru Takada dijo a los medios: «Gurriel no entiende bien lo que es un contrato».
Dentro del nuevo marco de relaciones entre Washington y La Habana, la Federación Cubana de Béisbol y la Major League Baseball están tratando de buscar una manera de sortear el embargo para que los deportistas cubanos también puedan ir a Estados Unidos. Representantes de la liga estadounidense estuvieron en diciembre en Cuba, pero de momento el asunto sigue atascado. Y mientras las puertas de Estados Unidos estén cerradas, las fugas no cesarán.
Se esperaba que Gurriel fuese el símbolo del reencuentro beisbolístico entre Cuba y Estados Unidos. Que el primer gran logro de las negociaciones entre sus federaciones fuese la salida de la gran estrella de la isla hacia el Big Show, con focos, sonrisas y ganancias para todos: para la liga de EE. UU., para el pelotero y para la Federación cubana con su porcentaje del acuerdo. Pero el lunes en la madrugada Yulieski y Lourdes Gurriel salieron de su hotel y se subieron a una camioneta en plena noche, abandonando a la selección. Sin sonrisas. Sin focos.
Tan inesperada fue la partida de Yulieski que su imagen apareció en primera plana de Granma el lunes. De hecho, fue elegido como el mejor intermedista de la Serie del Caribe.
Lourdes, de 22 años, es el menor de la familia y también un jugador del cuadro destacado.
Ambos hermanos son hijos de una leyenda del béisbol cubano muy apreciado por la afición en la isla y también llamado Lourdes, de 58 años, que figura entre los 20 mejores de la historia en promedios, jonrones, dobles, hits, bases totales y recorridas. También se convirtió en mánager.
Yulieski estuvo envuelto el año pasado por semanas en rumores de deserción, sobre todo cuando se observó que no se presentó por mucho tiempo a los entrenamientos de su equipo Industriales de la capital. Tampoco respondía al teléfono, ni se reportó lesionado, ni se publicaba su nombre en medios de prensa especializados en la isla, de corte oficial.
Pero tan mágicamente como desapareció volvió a los entrenamientos un mes después, la prensa comenzó a hablar de él y fue incluido en el equipo que viajó a Dominicana.